Como
se ha acostumbrado desde muchos años atrás, los deseos de un fin de año se
condensan en la frase “Feliz Navidad y próspero Año Nuevo”, aunque en este 2017
que termina han sido limitados por una realidad negativa que afectó a la
sociedad mexicana y que, de no encontrar las soluciones adecuadas, repercutirá
en el año de 2018.
En
este año han sido muchos las situaciones anómalas que han impedido no solo el
progreso de nuestro país sino también la tranquilidad de las familias y del
pueblo en general. La violencia de los grupos ligados al narcotráfico, el robo,
los secuestros, los feminicidios, los asesinatos, permean la seguridad y la paz
y han creados un ambiente de miedo y zozobra que hace tiempo no se tenían.
Y lo
que pasa en varios estados de nuestro país pasa también en Baja California Sur.
En los últimos años por causas que todos conocemos, entre ellas el auge del
turismo y el aumento de población sobre todo en la región de Los Cabos, los
grupos delictivos se han aprovechado para introducir toda clase de drogas que
se distribuyen en los centros de población de nuestra entidad, valiéndose de
jóvenes y adultos conocidos como narcomenudistas los que, a riesgo de su vida,
van tras el dinero fácil sin importarles el daño que ocasionan a la sociedad.
Paralelamente
el robo a casa habitación, el robo de vehículos, el asalto y los asesinatos —van
más de 400 en este año— son los distintivos de un año que está por terminar.
Para una entidad que se jactaba hace dos décadas de vivir en un paraíso por la
tranquilidad y la seguridad en sus formas de vida, enfrentar ahora este clima
de temor y desconfianza se traduce en miedo: miedo de salir a las calles, de
asistir a reuniones, de conducir sus vehículos y que los confundan y los
ametrallen, de morir siendo inocentes, de ser objeto de venganzas por lo que
otros hicieron. En fin…
Muchos
siglos atrás —(50 DC) Epicteto, un sabio griego, sentenció: “No hay que tener
miedo de la pobreza ni del destierro, ni de la cárcel ni de la muerte; de lo
que hay que tener miedo es del propio miedo”. Y si, los sudcalifornianos
tememos a nuestro miedo que poco a poco va penetrando en los niños, los
jóvenes, en los adultos. Por eso, alguien tiene que poner remedio y si para
ello es necesaria nuestra participación con gusto la daremos, todo con tal de
desaparecer el miedo que lacera nuestros corazones.
Pero,
primero que todo, rogar porque esta época de inseguridad termine y pedir a Dios
y a las mujeres y los hombres de esta tierra que juntos elevemos un ruego para
que vuelva la paz a nuestro querido país. Una petición en estos términos:
Rogamos
para que las autoridades civiles y militares dupliquen sus esfuerzos para acabar
con la delincuencia del narcotráfico.
Rogamos
para que los funcionarios de la presente y nueva administración de gobierno
apliquen políticas constructivas y luchen por desterrar de la vida pública la
corrupción y la impunidad que tanto daño han hecho al país.
Rogamos
porque la maledicencia, las calumnias, las intrigas y las falsas promesas no
tengan cabida en los partidos políticos y mucho menos en los candidatos a
puestos de elección popular.
Rogamos
por los sufrimientos de las familias que han perdido a sus seres queridos por
culpa de la drogadicción y el narcotráfico.
Rogamos
por nuestros conciudadanos que sufren las incomprensiones de gobiernos
capitalistas que con sinrazones se oponen al progreso de nuestro país.
Rogamos
para que el pueblo de Sudcalifornia no pierda la esperanza de un futuro mejor y
unidos todos, mujeres y hombres, luchen para hacerlo realidad.
Y
rogamos para que el año de 2018 todos podamos disfrutar de la vida sin temores,
en un marco de bienestar y felicidad.
23 de diciembre de 2017.