Ayer
por la tarde acudí a la escuela secundaria 17 donde se lleva a cabo la Semana
del Libro, evento organizado por las maestras María Guadalupe Lázaro Martínez y
Karla Liliana Castro Camacho, responsables del Taller de Lectura y Escritura de
esa institución educativa.
Con
la presencia de padres de familia y los escritores invitados—Francisco López
Gutiérrez, Ernesto Adams Ruiz, Omar Castro Cota y el que escribe y, por supuesto,
los alumnos y maestros de la escuela, se inauguró la semana del libro —se cortó
el listón simbólico— y se escuchó el mensaje del profesor Francisco Romero
Martínez, director del plantel, quien con palabras emotivas explicó los fines
educativos de ese evento.
Una
semana donde habrá diversas actividades entre ellas danza contemporánea,
conciertos, círculo de lectura, cine de arte y conferencias. En este primer día
escuchamos la participación de la banda del gobierno del estado con
interpretaciones de música clásica y la de una alumna que con excelente
maestría ejecutó una danza moderna.
Cuando
recibí la invitación la acepté con gusto, pues siempre guardo un buen recuerdo
de mis tiempos de maestro en la escuela técnica 1, donde era director el bien
recordado maestro Evodio Balderas. Después, a invitación suya, me fui a laborar
al CECYT 62, de nueva creación, en el que impartí la materia de Taller de
Lectura y Redacción durante siete años.
Con
esa idea me presente a la inauguración de la semana del libro. Pero jamás me
imaginé que a los escritores invitados les iban a rendir un homenaje con el
otorgamiento de un diploma de reconocimiento y un regalo. En efecto, cuatro
alumnas leyeron breves semblanzas de los cuatro escritores presentes, quienes a
su vez agradecieron esa distinción y felicitaron a los organizadores de esa
actividad cultural.
No
conozco el programa del Taller de Lectura y Escritura que se lleva en esa
escuela, pero me imagino que contiene actividades que tienen que ver con la
adquisición del hábito de la lectura y la comprensión de ellas. Parece fácil lo
anterior, pero en realidad requiere mucha dedicación de los maestros
responsables dada la carencia de aptitudes e indiferencia de los alumnos.
Y
esto lo digo por experiencia. Cuando fui maestro de esa materia en la
preparatoria fue notable la deficiencia en el hábito de la lectura de los
alumnos que tenía a mi cargo en las carreras de contabilidad, turismo y ventas.
Y es que por la falta de programas adecuados en la enseñanza primaria y secundaria,
la atención de formar el hábito de la lectura pasaba ignorado. Así, los
estudiantes llegaban al nivel superior incluso a las universidades, sin llevar
en su equipaje personal el gusto por la lectura y, desde luego, la ausencia de
conocimientos que esta les proporciona.
Ahora,
con la reforma educativa que se lleva a cabo a nivel nacional, creemos que este
aspecto de la formación académica de los niños y jóvenes se iniciará —a los
mejor ya— desde los primeros años de la escuela primaria y así, cuando accedan
a instituciones de más alto nivel llevarán, como herramienta indispensable el
hábito de la lectura y escritura que les facilitará, ni duda cabe, el paso exitoso en su preparación profesional.
Por
lo demás, debo agradecer a los organizadores del Taller el reconocimiento que
me otorgaron que dice: “Al escritor sudcaliforniano Leonardo Reyes Silva, por
su destacada trayectoria en el arte de las letras y valiosa aportación a la
cultura de Baja California Sur”. Y firman el profesor Francisco Romero Martínez,
director del plantel y las maestras María Guadalupe Lázaro Martínez y Karla
Liliana Castro Camacho, del Taller de Lectura y Escritura.
Lo
que han hecho en la escuela secundaria técnica 17 es un buen ejemplo que debe
repetirse en todas las instituciones educativas de ese nivel.
Ojalá
y pronto recibamos la invitación de otra escuela, a la que acudiremos con mucho
gusto. Su esfuerzo lo merece.
Diciembre 05 de 2017
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