Tengo por costumbre leer por las mañanas la sección de
opinión del periódico El Financiero que se edita en la ciudad de México. Ahí
escriben periodistas de buen prestigio como Raymundo Riva Palacio, Enrique
Quintana, Pablo Iriart y Salvador Camarena. Algunos de sus artículos
interesantes los bajo de internet, los imprimo y sirven como fuentes de
consulta para mis crónicas.
Nomás que el artículo de
Camarena publicado el 17 de este mes no me gustó, entre cosas porque hace mención de una Baja sur que
no existe en la división política de nuestro país. Lo malo es que sus artículos
tienen mucha difusión y son leídos por infinidad de personas las que, al igual
que yo, se preguntarán dónde queda esa entidad.
Quiero pensar que el señor
Camarena es una persona culta y sabe que no existe una Baja sur. O a lo mejor
se imaginó que Baja California Sur lo cambiaron por ese otro y es por eso de su
mención en el escrito de referencia. De todas formas es una equivocación que no
debe repetir, dado que agravia a todos los que vivimos en esta tierra.
Ahora bien. ¿De dónde tomó el
periodista los vocablos de Baja sur? La respuesta es fácil, ya que de unos
veinte años acá, a raíz de la apertura al turismo internacional, la publicidad
de hoteles, comercios e inmobiliarias difunden estos vocablos sin que haya
ninguna autoridad que se oponga. Y eso que existe un decreto que lo prohíbe.
Por eso mismo, es común
encontrar en las redes sociales o a través de los correos electrónicos los
términos Baja sur. Así, por ejemplo, aparece una página llamada kpasapp que
difunde una agenda de eventos culturales en español, pero también en inglés, Y
se titula así: Eventos Baja Sur. ¿Se imaginan ustedes hasta dónde llega esa
desinformación?
Algunos ignorantes dicen que el
nombre de nuestro estado es muy largo y por eso se prefiere Baja sur. Más que
ignorantes mal intencionados, pues quitan lo que identifica a esta tierra que
es la palabra California. Historiadores como Carlos Lazcano, Eligio Moisés
Coronado y Domingo Valentín Castro Burgoín, realizan una campaña permanente en
defensa de nuestro nombre original, y para evitar confusiones e intereses de
muy mala leche, dispersan la idea de que nuestro estado se llame California, a
secas.
¿Pero, cómo? dirán, si ya existe
una California en Estados Unidos. Y al hacerlo aparece el peine y el por qué lo
de Baja sur. Hace muchos años, en 1980 para ser exactos, Francisco Arámburo
Salas en su libro Siluetas de Sudcalifornia auguró que los gringos se quedarían
con la palabra California y nos dejarían el término Baja. Y parece que para
allá vamos si no se pone el remedio a tiempo. Ya ven lo que escribió el
periodista Camarena.
Es que, como dice el proverbio,
la costumbre se hace ley a base de repetirla. Y los que amamos esta tierra no
estamos dispuestos a permitirlo. Antes al contrario, debemos iniciar una
campaña de concientización entre los niños, los jóvenes y los adultos, a fin de
que se olvide el término Baja y se recupere el de California. Los maestros y
las autoridades tienen en sus manos esta responsabilidad.
Personas interesadas en el tema
opinan que el nombre de nuestro estado puede ser el de California,
Sudcalifornia, Antigua California o California del Sur. Cualesquiera, pero que
no desaparezca el vocablo que nos identifica. Y vean ustedes la diferencia
cuando expidamos una carta, un oficio u otro documento: Estado de California,
México. O bien, Estado de Baja, México. Esto último para alegría de los malinchistas
locales.
Vaya pues a lo que me ha
obligado a escribir el señor Camarena. Ahora lo menos que puede hacer en
desagravio es hablar un mucho sobre el origen de la palabra California. Verá
que nos asiste la razón. Y mientras tanto sigo leyendo sus
interesantes artículos.
Agosto 19 de 2018.
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