Vida y obra

Presentación del blog

A través de este blog, don Leonardo Reyes Silva ha puesto a disposición del público en general muchos de los trabajos publicados a lo largo de su vida. En estos textos se concentran años de investigación y dedicación a la historia y literatura de Baja California Sur. Mucho de este material es imposible encontrarlo en librerías.

De igual manera, nos entrega una serie de artículos (“A manera de crónica”), los cuales vieron la luz en diversos medios impresos. En ellos aborda temas muy variados: desde lo cotidiano, pasando por lo anecdótico y llegando a lo histórico.

No cabe duda que don Leonardo ha sido muy generoso en compartir su conocimiento sin más recompensa que la satisfacción de que muchos conozcan su región, y ahora, gracias a la tecnología, personas de todo el mundo podrán ver su trabajo.

Y es que para el profesor Reyes Silva el conocimiento de la historia y la literatura no siempre resulta atractivo aprenderlo del modo académico, pues muchas veces se presenta con un lenguaje especializado y erudito, apto para la comunidad científica, pero impenetrable para el ciudadano común.

Don Leonardo es un divulgador: resume, simplifica, selecciona una parte de la información con el fin de poner la ciencia al alcance del público. La historia divulgativa permite acercar al lector de una manera amigable y sencilla a los conocimientos que con rigor académico han sido obtenidos por la investigación histórica.

Enhorabuena por esta decisión tan acertada del ilustre maestro.

Gerardo Ceja García

Responsable del blog

martes, 13 de octubre de 2020

UN SANTO MILAGROSO

 El sábado hicimos una visita rápida a Cabo San Lucas, con el fin de recoger los auxiliares auditivos que tres semanas antes había comprado en la tienda departamental Cotsco. Me acompañaron mis hijas Ana María, Sandra Luz y Martha Patricia y mi yerno Ramón que fue el chofer designado.

La permanencia en Cotsco no fue tan breve dado que la doctora encargada del consultorio me sometió a varias pruebas de sonido con el fin de graduar mis auxiliares y probar su efectividad. Este examen duró más de una hora, por lo que la familia aprovechó el tiempo para adquirir varios productos. Me llamó la atención el gran número de visitantes, aunque todos protegidos con cubrebocas, incluyendo los turistas extranjeros.

Al final del examen, me recomendaron que volviera dentro de quince días llevando los datos del comportamiento de los auxiliares y corregirlos en caso de algunos defectos durante su uso. Así es que, salí de la tienda muy orondo luciendo en las orejas los aparatos que resolverán mi sordera. Aunque no escuchar bien tiene sus ventajas, sobre todo cuando alguien nos habla por teléfono a fin de cobrarnos un préstamo. Es cómodo decirle. “Lo siento, pero no te oigo”, Y como saben que soy sordo no me insisten. O cuando alguien se extralimita en la discusión, aplicar el dicho “a palabras necias oído de cantinero”.

Al regreso a La Paz nos detuvimos a un lado de la carretera, en el kilómetro 70, donde se encuentra una capilla levantada en recuerdo de San Judas Tadeo, (San Juditas) en la que mi hija Sandra Luz depositó un ramo de rosas rojas y una veladora. No la conocía, pero me llamó la atención las numerosas velas colocadas en el piso y las ofrendas que rodeaban al santo.

No sé por qué, pero de pronto recordé una visita que hice al pueblo indígena de San Juan Chamula, en el estado de Chiapas. Fue con motivo de la Reunión Nacional de Archivos celebrado en San Cristóbal las Casas, en el mes de noviembre de 1993, dos meses antes por cierto del levantamiento armado del Ejército Zapatista de Liberación Nacional.

Como el pueblo chamula se localiza a unos 15 kilómetros de San Cristóbal, nos dimos tiempo Jesús, el director del Archivo General del Estado y yo, en ese año director del Archivo Histórico Pablo L. Martínez, para visitar la iglesia de ese lugar, uno de los templos más extraños de México. Después de pagar el derecho de entrar en su interior, lo primero que vimos fueron cientos de veladoras en el piso alfombrado con ramas de pino, y al frente un grupo de mujeres indígenas rezando. Como la luz provenía de las veladoras, el ambiente semioscuro y el olor de la cera nos impactaron y no permitieron llegar cerca de San Juan Bautista, el santo que se venera en esa iglesia. Así es que nos persignamos y nos retiramos de ese santuario.

San Judas Tadeo formó parte de los apóstoles que acompañaron a Jesús y estuvo presente en la última cena. Durante muchos años no fue reconocido pues lo confundían con Judas Iscariote quien traicionó a Jesús originando su crucifixión, pero fueron los jesuitas quienes revaloraron su presencia en el santoral cristiano. Ahora, considerado el santo de las causas difíciles y desesperadas, su festividad se realiza el 28 de octubre.

Cuando visitamos su capilla el pasado sábado, también recordé que mi esposa tenía devoción por ese santo y en el respaldo de nuestra recámara tenía su imagen. Al preguntarle el motivo me decía que le rezaba cuando se le extraviaba algún objeto y muchas veces, gracias a ello, los encontraba. Ahora, en vez de la imagen de San Judas Tadeo, coloqué un retrato de mi esposa ausente, para venerarla como ella lo hizo con el santo de su devoción.

La capilla de San Juditas es muy visitada, como lo demuestran las numerosas veladoras y ramos de flores. Durante nuestra breve estancia llegó un chofer de un tráiler, colocó una veladora en el piso, musitó una plegaria y se marchó. Sólo él sabía los motivos de su devoción, aunque me imagino que le pidió protección en sus interminables recorridos por los caminos de la península de Baja California.


Octubre 13 de 2020.

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