Vida y obra

Presentación del blog

A través de este blog, don Leonardo Reyes Silva ha puesto a disposición del público en general muchos de los trabajos publicados a lo largo de su vida. En estos textos se concentran años de investigación y dedicación a la historia y literatura de Baja California Sur. Mucho de este material es imposible encontrarlo en librerías.

De igual manera, nos entrega una serie de artículos (“A manera de crónica”), los cuales vieron la luz en diversos medios impresos. En ellos aborda temas muy variados: desde lo cotidiano, pasando por lo anecdótico y llegando a lo histórico.

No cabe duda que don Leonardo ha sido muy generoso en compartir su conocimiento sin más recompensa que la satisfacción de que muchos conozcan su región, y ahora, gracias a la tecnología, personas de todo el mundo podrán ver su trabajo.

Y es que para el profesor Reyes Silva el conocimiento de la historia y la literatura no siempre resulta atractivo aprenderlo del modo académico, pues muchas veces se presenta con un lenguaje especializado y erudito, apto para la comunidad científica, pero impenetrable para el ciudadano común.

Don Leonardo es un divulgador: resume, simplifica, selecciona una parte de la información con el fin de poner la ciencia al alcance del público. La historia divulgativa permite acercar al lector de una manera amigable y sencilla a los conocimientos que con rigor académico han sido obtenidos por la investigación histórica.

Enhorabuena por esta decisión tan acertada del ilustre maestro.

Gerardo Ceja García

Responsable del blog

lunes, 7 de junio de 2021

UN AÑO DE AUSENCIA

    Mañana, 8 de junio, hará un año que perdí a mi esposa. Un año perdido en la angustia y en la soledad. El paso de las horas, los días y los meses han marcado para siempre mi vida, poniendo un dique infranqueable que me impide alivianar mi corazón por esa pérdida. Y ante la cruel realidad el único consuelo son las lágrimas vertidas al lado de su tumba y las que me acompañan todas las mañanas cuando frente a su retrato, la saludo: “Buenos días Cande, aquí estoy a tu lado para decirte que no te olvido, que me duele mucho tu ausencia, que me perdones por no haberte cuidado cuando más lo necesitabas”.

    Mi esposa fue una mujer que sufrió mucho en su vida debido a sus enfermedades como la hipertensión arterial y la diabetes, males permanentes que la obligaron a la ingesta de medicamentos y una dieta rigurosa. Y sufrió también por la pérdida de sus padres y hermanos, pero lo que más la lastimó fue la muerte de nuestro hijo Guillermo, un joven militar sacrificado por los narcotraficantes. Ese dolor y esa tristeza la acompañó toda su vida.

    Unos días después de su muerte, una amiga me habló por teléfono para darme el pésame y al notar mi angustia trató de calmarme con estas palabras: “Mira, yo perdí a mi esposo hace varios años, pero él siempre ha estado conmigo, platicamos y yo le cuento de como he podido soportar su ausencia continuando con las rutinas de la vida diaria y a veces, créeme, estoy segura que me escucha y eso alegra mi corazón”.

    Cuando vamos al panteón —mis hijos, mi yerno Ramón y algunos nietos— le llevamos flores, regamos alrededor de su tumba, la limpiamos y después una de mis hijas musita “aquí estamos mamá, con estas flores te decimos lo mucho que te quisimos, que no te olvidaremos jamás”.

    La tumba de Cande quedó a un lado de nuestro hijo Guillermo. Y habrá un lugarcito para mí cuando me llegue la hora de morir. Así, por lo pronto, estaremos juntos intercambiando recuerdos como seres inmortales, cuyos espíritus trascienden el tiempo y el espacio. Y seremos felices tanto como no lo fuimos en este mundo.

    Es imposible olvidar a las personas que amamos. En mi caso, bien por los años a mi lado —64 años— o por la protección que le brindó a su familia, o por el amor silencioso que le tenía, el recuerdo se ha convertido en parte de mí mismo que permea cada momento de mi existencia. Con ella a mi lado al despertar, en el desayuno, la comida y la cena; al mirar la televisión y tomar café por las tardes; al regar las plantas de su jardín y las de la finca que lleva su nombre; al salir de compras y acudir a los onomásticos de la familia; Al escuchar su voz cuando se acordaba de los incidentes de nuestra vida en común.

    Todo esto me llena de tristeza al recordarlo y no lo puedo evitar. Incluso en este momento, cuando escribo estas líneas, mis ojos se nublan y un golpeteo lastima mi corazón. Yo entiendo que ella se fue para siempre y que hoy mi compañera es la soledad. Y que no obstante el cuidado de mis hijos y el resto de nuestra familia para conmigo, la tristeza es una sombra que cubrirá por siempre mi vida.
Mañana mi familia ofrecerá una misa en su memoria y en las primeras horas visitaremos su tumba en el panteón de los San Juanes. Ahí, con nuestras lágrimas, le repetiremos una y otra vez “Bendita seas esposa y madre, jamás te olvidaremos”.

07 de junio de 2021.

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