Aunque también el momento de su asesinato y pronunciar la frase “¿Tú
también, Bruto?”, dirigida a un miembro de su familia. Lo que no se conoce
mucho es como estratega militar solo comparable con Alejandro Magno y Napoleón.
Y de que también fue un historiador latino al igual que Salustio y Tito Libio.
Julio César fue el narrador de sus propias hazañas en las diversas
batallas que libró durante su vida, entre ellas la conquista de las Galias que
le merecieron el reconocimiento del pueblo romano.
Otra faceta desconocida de Julio César fue su comportamiento personal.
Philipp Vanderberg en su libro “César y Cleopatra” dice que era un tanto
afeminado, pues sus vestimentas y actitudes amaneradas lo identificaban como
homosexual, aunque más bien fue bisexual dado las innumerables mujeres que
pasaron por su recámara.
Prueba de ello es su relación amorosa con Cleopatra, una princesa de
origen macedonio, a quien César la elevó al trono de Egipto, ordenando que se
considerara divina su imagen como la diosa Venus. Ambos, dice Vanderberg,
mantuvieron una intensa relación que cambiaría el curso de la historia. Vale la
pena leer el libro citado.
Cuando Julio César enfrentó a un grupo de pueblos unidos en una liga
opuesta al poder de Roma, luego de vencerla surgió el problema de cómo
controlar esos grupos a fin de que no constituyeran un peligro. De ahí nació la
idea de tener el control de ellos y su territorio, fragmentando el poder de los
grupos existentes, de tal forma que no pudieran unirse en busca de un objetivo
común y tenerlos así sojuzgados.
Se atribuye a Julio César la frase “Dívide et impera” (divide y domina)
con la que, si alguien desea controlar un gobierno con mínimo esfuerzo, debe
crear confusión dividiendo al pueblo entre buenos y malos. Esta estrategia
permite a un gobierno despótico mantener el dominio de una población más o
menos numerosa.
Esta, digamos máxima, ha sido aplicada por numerosos dictadores tanto
en épocas pretéritas como en las más recientes. Los ejemplos los dan el
gobierno de Hitler defendiendo a la raza aria opuesta a otras como la judía, lo
que causó millones de sacrificados en los hornos crematorios de la Alemania nazi.
O el más reciente en la dictadura del país de Cuba, donde el poder se aseguró
dividiendo al pueblo en gusanos y revolucionarios. Por cierto, en el último
movimiento social del 11 de julio, los grupos contrarios al régimen, así como
la prensa extranjera y los mismos cubanos en rebeldía, han dado a conocer las
pésimas, por no decir terribles condiciones, económicas, políticas y sociales
en que vive ese atrasado país.
Y como siempre, Enrique Krauze, con sus opiniones proféticas, expuso la
vergonzosa situación del pueblo cubano, en un análisis crítico escrito en el
mes de julio del 2015, al que llamó “La nueva Cuba”. Y también de otros como
Pablo Hiriart en su artículo reciente “Los defensores de la tiranía”.
No podemos olvidar también el uso del “Divide y vencerás” por el
presidente de México. Desde el principio de su mandato ha desunido a los
mexicanos en fifís y pobres, en neoliberales y transformadores, en los
neoliberales causantes de todos los males que sufre nuestro país y los que
desean su progreso.
La encuesta próxima del 1º de julio así lo demuestra. Dividir a los
mexicanos en su afán de enjuiciar a los expresidentes, no es otra cosa que
mantenerse en el poder tal como lo hizo en su tiempo el dictador Julio César.
Afortunadamente el pueblo sabio como lo llama no responderá a su intento
divisionista.
Julio 28 de 2021