Vida y obra

Presentación del blog

A través de este blog, don Leonardo Reyes Silva ha puesto a disposición del público en general muchos de los trabajos publicados a lo largo de su vida. En estos textos se concentran años de investigación y dedicación a la historia y literatura de Baja California Sur. Mucho de este material es imposible encontrarlo en librerías.

De igual manera, nos entrega una serie de artículos (“A manera de crónica”), los cuales vieron la luz en diversos medios impresos. En ellos aborda temas muy variados: desde lo cotidiano, pasando por lo anecdótico y llegando a lo histórico.

No cabe duda que don Leonardo ha sido muy generoso en compartir su conocimiento sin más recompensa que la satisfacción de que muchos conozcan su región, y ahora, gracias a la tecnología, personas de todo el mundo podrán ver su trabajo.

Y es que para el profesor Reyes Silva el conocimiento de la historia y la literatura no siempre resulta atractivo aprenderlo del modo académico, pues muchas veces se presenta con un lenguaje especializado y erudito, apto para la comunidad científica, pero impenetrable para el ciudadano común.

Don Leonardo es un divulgador: resume, simplifica, selecciona una parte de la información con el fin de poner la ciencia al alcance del público. La historia divulgativa permite acercar al lector de una manera amigable y sencilla a los conocimientos que con rigor académico han sido obtenidos por la investigación histórica.

Enhorabuena por esta decisión tan acertada del ilustre maestro.

Gerardo Ceja García

Responsable del blog

jueves, 15 de julio de 2021

LA POPULARIDAD Y EL PODER

     En el año de 1994 adquirí un libro titulado “El pueblo por escrito” de Genevieve Bolleme. Es un texto de 250 páginas con numerosos pies de páginas que hablan de la exhaustiva investigación que realizó la autora.

    Hace poco más de veinte años lo popular está de moda en la literatura, en la lingüística, en el folclor y en la historia. De esta última Genevieve hace referencia a los alcances que tiene lo popular en los dominios del poder y de la política.

    En el año de 1779, Denis Diderot en la Enciclopedia escribió: “Se denominan populares a quienes buscan atraerse la buena voluntad del pueblo. En todos los estados libres, siempre se ha desconfiado de los hombres populares”. Y refiriéndose al pasado expresó: “Los tiranos más odiosos que han oprimido a Roma no dejaban de hacerse populares por las diversiones que procuraban a un pueblo que les perdonaba todos sus excesos siempre que hubiera pan y circo”.

    En el mundo actual existen muchos mandatarios que utilizan los términos pueblo y popular como justificación de sus actos de gobierno. El mismo presidente de nuestro país sostiene su poder en alianza con el pueblo bueno, el pueblo sabio que lo apoya en las buenas y en las malas. Apoyándose en él toma decisiones contrarias a la ley y los derechos humanos, con una frase lapidaria: “Que el pueblo decida”.

    Lo que no debe ignorarse es el uso que se hace de las palabras pueblo y popular a sabiendas de su ambigüedad, pero que son útiles para fines políticos pues se repiten y con ellas se llevan a cabo movilizaciones, protestas y adhesiones ingenuas, y todo por acrecentar y conservar el poder.

    En Latinoamérica, por no hablar de países europeos como Alemania e Italia en tiempos de la Segunda Guerra Mundial, Venezuela, Brasil y Cuba bajo el régimen de Chávez, Lula y Fidel Castro buscaron atraerse la buena voluntad del pueblo. Por supuesto se olvidaron que en los estados democráticos siempre se ha desconfiado de los hombres populares.

    Sin embargo la popularidad llevada al extremo conduce a los populistas a una pasión desenfrenada buscando a cualquier precio los aplausos del pueblo, o bien de aquellos que conforman y divulgan la opinión pública.

    Es por eso de la constante comunicación con el “pueblo bueno” como lo llama nuestro presidente, y que da lugar a sus repetidas visitas a ciudades y pueblos de nuestro país. Y uno de sus argumentos para lograr ese apoyo es culpar a los anteriores gobiernos de los atrasos en el desarrollo de México, un tema recurrente en todas sus apariciones públicas a tal grado que esa constante cantaleta llega a considerarse verdad.

    Al respecto, Luis Antonio Espino (Letras Libres) dice que las palabras pueden ser como pequeñísimas dosis de arsénico, nos las vamos tragando sin darnos cuenta, y parecen no tener ningún efecto, hasta que después de un tiempo la reacción tóxica aparece. Y remata: “Nadie que diga sentir amor por el pueblo pueda desear que una parte de la sociedad sea odiada por otra”.

    Otro ensayista apellidado Sade fue más incisivo: “Cuantos nombres célebres existen elevados a la apoteosis por el pueblo, que luego la historia ha cubierto de un profundo desprecio. La manía de hacerse popular ha perdido a un gran número de personas inteligentes y, en diversas épocas, los gobiernos se han lamentado de los resultados funestos que les han procurado esos hombres que amaban menos el Estado que su popularidad”.

    Así es que no se debe confiar en el exceso de popularidad y la confianza en el pueblo sabio. No por nada, pero es bien sabido que éste es celoso, irritable, frívolo y, sobre todo, inseguro en sus convicciones. Lo comprueban los resultados de la pasada elección en la que una gran parte de la ciudadanía de la Ciudad de México dio la espalda a un presidente, quien siempre aseguró que el pueblo estaba de su lado.

    La popularidad es un arma de dos filos: se obtiene con las promesas, pero se pierde cuando no se cumplen. Es el caso México cuando se prometió acabar con la corrupción y la delincuencia organizada; cuando ha aumentado la pobreza y la economía está en su peor momento. Tarde que temprano el pueblo saldrá del engaño y esa popularidad rodará por los suelos. No falta mucho.

Julio 14 de 2021

No hay comentarios.:

Publicar un comentario