En el 2006, el presidente Barack Obama visitó el país de Kenia. Ahí, en un discurso se refirió a los efectos corrosivos de la corrupción, que afecta todos los aspectos —políticos, económicos y sociales— de la vida de una nación. Según él, en cualquier tiempo, todos los países no se han visto libres de la corrupción. La tentación de enriquecerse desde el poder ha existido siempre.
Los efectos de la corrupción van más allá de un país. En el mundo global de hoy en día, el destino y bienestar de cada nación están directamente vinculados con la de los demás. Los países que sufren altos niveles de corrupción y falta de transparencia en sus actividades de gobierno, están condenados a encontrarse en desventaja en los mercados globales, donde sus socios comerciales y los inversores extranjeros se alarman fácilmente y buscan rápido otras alternativas.
Por otro lado se afirma que la corrupción erosiona el Estado en su mayor parte contaminando las dependencias oficiales. La corrupción vista desde esta forma no es más que un intercambio ilícito de un funcionario a un receptor por algún tipo de soborno.
Dice Ben Dupré que este mal social se da en el área de las compras militares y en proyectos de gran presupuesto como las centrales energéticas, de tal manera que una gran parte de los fondos públicos se desvían a esas áreas, sin tomar en cuenta la existencia de otras necesidades como las educativas, hospitalarias y el suministro de energía eléctrica suficiente.
El descontento popular por esas decisiones onerosas puede transformarse en desconfianza y la pérdida de fe en las instituciones. Ante este panorama de corrupción no es posible el arraigo de las prácticas democráticas y el imperio de la ley.
El analista Alejandro Gómez Támez afirma que la corrupción es “la mayor desgracia nacional”. Y se pregunta: “¿Qué es lo que distingue a un país corrupto de uno que no lo es?”. De acuerdo con Transparencia Internacional los países menos corruptos comparten algunas características comunes, como tener un gobierno abierto, libertad de prensa, libertades civiles y sistemas judiciales independientes.
El principal problema de México es la corrupción. No cabe duda que este flagelo es lo que ha impedido que podamos dar el salto para ser una economía fuerte y desarrollada. Nos mantiene viviendo en un clima de creciente inseguridad pública, causa incertidumbre, mantiene bajo el nivel educativo de la población, genera desigualdad y nos da una pésima reputación en el ámbito internacional.
Por otro lado, el tema de la corrupción es de los que más impacta socialmente y tiene una afectación directa en la pobreza. Todo el dinero que se desvía a manos de personas corruptas evita que se utilice a favor de los pobres y de los servicios básicos.
Las personas que actúan de forma corrupta en el gobierno, empresas, organizaciones de la sociedad civil, sindicatos, deben ser perseguidos y castigados a través de investigaciones bien documentadas y con castigos ejemplares.
Según estudios recientes —Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad— el combate a estos flagelos requiere de voluntad política y de la honestidad de quienes estén al mando del gobierno. Pero no es suficiente. Para lograr resultados reales y duraderos es indispensable una política integral que atienda las causas de la corrupción y combata sus consecuencias.
La corrupción es el segundo problema que más preocupa a los mexicanos. El primero es la inseguridad. Además, en una encuesta realizada dos años atrás, los mexicanos consideraron que la impunidad es la principal causa de la corrupción y que el área más afectada es la economía.
En cuanto a los costos de la corrupción, el mal desempeño del gobierno está en gran parte relacionado con un pobre desempeño en lo económico, por lo que es posible que este descuido se castigue en las urnas. También la denuncia es una forma efectiva de involucrar a la ciudadanía en la vigilancia de su gobierno, aunque la mayor parte de los mexicanos no cree que sirva de algo denunciar un acto de corrupción.
Es por eso que ante la corrupción debe anteponerse la integridad pública y la democracia, porque sin esta última un régimen puede utilizarla sin limitación alguna. Así, en el combate a la corrupción, considerada como un mal de todos, debemos acabarla para el bien de nuestro país.
Enero 05 de 2022.