Vida y obra

Presentación del blog

A través de este blog, don Leonardo Reyes Silva ha puesto a disposición del público en general muchos de los trabajos publicados a lo largo de su vida. En estos textos se concentran años de investigación y dedicación a la historia y literatura de Baja California Sur. Mucho de este material es imposible encontrarlo en librerías.

De igual manera, nos entrega una serie de artículos (“A manera de crónica”), los cuales vieron la luz en diversos medios impresos. En ellos aborda temas muy variados: desde lo cotidiano, pasando por lo anecdótico y llegando a lo histórico.

No cabe duda que don Leonardo ha sido muy generoso en compartir su conocimiento sin más recompensa que la satisfacción de que muchos conozcan su región, y ahora, gracias a la tecnología, personas de todo el mundo podrán ver su trabajo.

Y es que para el profesor Reyes Silva el conocimiento de la historia y la literatura no siempre resulta atractivo aprenderlo del modo académico, pues muchas veces se presenta con un lenguaje especializado y erudito, apto para la comunidad científica, pero impenetrable para el ciudadano común.

Don Leonardo es un divulgador: resume, simplifica, selecciona una parte de la información con el fin de poner la ciencia al alcance del público. La historia divulgativa permite acercar al lector de una manera amigable y sencilla a los conocimientos que con rigor académico han sido obtenidos por la investigación histórica.

Enhorabuena por esta decisión tan acertada del ilustre maestro.

Gerardo Ceja García

Responsable del blog

viernes, 25 de febrero de 2022

LAS PIONERAS DEL VALLE DE SANTO DOMINGO

Invitado por el maestro Alejando Telechea, director de Archivo Histórico Pablo L. Martínez, el jueves pasado presenté, junto con la doctora Lorella Castorena, el libro “Sueños de una tierra. Una mirada a la vida de las mujeres pioneras del valle de Santo Domingo” de Selene Itzel Vergara Segura, licenciada en Letras Españolas y maestra en Educación.

En el libro, Selene da a conocer parte de la vida de trece mujeres radicadas en el Valle de Santo Domingo y su adaptación a esa región desde los primeros años de la colonización. Con el desempeño de diversas actividades en la educación, emprendimiento, función pública, salud y hogar, esas mujeres contribuyeron a la conquista de esa extensa zona de nuestro Estado.

María Luisa Gurza de Jonghe, María Antonia Pozo Lucero, Carlota Salgado Domínguez, Carmen Espíritu de Garza, Felícitas Villaseñor Amador, Julia Niebla Ramírez, María de Jesús Chacón Enríquez, Esperanza Cueva Rodríguez, Elva Torres Angulo, Teresa de Jesús Torres Angulo, Dimna Guadalupe Rubio Hueso, Rafaela Vizcaíno Soto y María del Socorro Silva Ramos, son representantes de los cientos de mujeres que acompañaron a sus esposos, padres o hermanos en esta hazaña que permitió el poblamiento del Valle y su desarrollo agrícola.

La autora expresa con razón de que “Sin duda faltan nombres entrañables de pioneras en estas páginas; este es un punto de partida para continuar investigando sobre la vida de estas mujeres que entre las décadas de los 50 y 60 rompieron los moldes con su valentía, arrojo y ganas de progresar”.

Efectivamente, en esos años cuando llegaron grupos originarios de varios estados del país, muchos colonos venían acompañados de sus esposas, algunas de ellas con hijos pequeños, mismas que soportaron las inclemencias del medio y apoyaron los esfuerzos por mejorar sus niveles de vida.

La historia inacabada del Valle de Santo Domingo relata que desde mediados del siglo XIX llegaron a lo que antes se conocía como Llanos de la Magdalena, grupos provenientes de Ecuador venían mujeres. Ellos se dedicaron a la recolección de la orchilla, un vegetal usado como colorante. En esos años una compañía extranjera ocupaba a 500 trabajadores hasta fines del siglo. Para atender a los niños se fundó una escuela.

Y ya en el siglo XX, en 1933 y 1934, el general Juan Domínguez Cota, gobernador de la entidad, estableció tres centros de población en Santo Domingo, Matancitas y San Juan de Matancitas, con familias originarias de La Purísima. Las mujeres, aunque se desconocen sus nombres, son consideradas, de hecho, como de las primeras pioneras que llegaron al Valle de Santo Domingo. En los años siguientes llegaron otras familias, entre ellas don Santos Castro y su esposa Victoria Larrinaga. Este señor fungió como Subdelegado muchos años y fue el que atendió la llegada del grupo sinarquista en 1942, donde venían mujeres y sus hijos.

De esos años se conoció a una enfermera y partera, María Nava Peñaloza, quien atendió a las mujeres embarazadas de los ranchos y colonias de ese entonces. También es de mencionar a la señora Guadalupe Carranza, esposa de Salvador Abascal, una mujer que estuvo a su lado desde los primeros años de la colonia María Auxiliadora.

Y ya a partir de 1949 y 1951 con la presencia de numerosos grupos que formaron colonias como la Jalisco, Álvarez, Teotlán, Las Delicias, El Norte, las mujeres estuvieron presentes, como María González esposa de don Salvador González; de Dolores Rico, esposa de don Félix Álvarez, de la señora María Luisa Bravo (la abuelita) quien llegó con el grupo que formó la colonia Nueva California.

De 1952 a 1954 nuevos contingentes llegaron al Valle de Santo Domingo entre ellos los que formaron las colonias La Laguna, Villa Hidalgo, Fernando de la Toba, Revolución Mexicana, Agustín Olachea y México. Por cierto el libro “Cuando bebas agua acuérdate de la fuente” hace mención de no menos de cien mujeres que formaron parte de la colonización del Valle de Santo Domingo.

Por otra parte, debemos reconocer la presencia de las maestras quienes desde los años treinta fueron comisionadas en esa región como Ángela Márquez, Anita Valdivia Peña, Josefina González Orantes. Y de las que llegaron en 1951, Soledad Castro de Astorga, Natividad Higuera Meza, Guadalupe Higuera Cota, Lidia Pedrín, entre otras. Fueron pioneras compartiendo carencias, pero, sobre todo, auxiliares valiosas en la educación de los niños los que, con el paso del tiempo, son ahora elementos que contribuyen al progreso del Valle de Santo Domingo. 

Febrero 23 de 2022.

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