El miércoles pasado se presentó
el libro “California del Sur para principiantes” del reconocido escritor Eligio
Moisés Coronado. Al final y con las opiniones de los asistentes, uno de ellos
preguntó el porqué del título del libro, cuando lo correcto hubiera sido Baja
California Sur para principiantes. Ello dio motivo para que el autor diera una
explicación de cómo se originó ese nombre para el estado.
En 1769 cuando los franciscanos
comenzaron a fundar nuevas misiones en la región que hoy forma parte de los
Estados Unidos, se le comenzó a llamar la Alta California para diferenciarla de
la Baja California que comprendía de la frontera hacia el sur, es decir la
correspondiente a la península. Con el tiempo se hizo común esa distinción,
pero fue en el año de 1776 cuando el gobierno de la Nueva España oficializó los
nombres de la Baja o Antigua California y la Alta o Nueva California.
Después, en las constituciones
de 1824. 1857 y 1917 el territorio peninsular se le siguió llamando Baja
California, aunque ahora dividida en los Distritos Norte y Sur. Después, se les
dividió en Territorios Norte y Sur.
Así las cosas, cuando el
Territorio Norte se convirtió en Estado en 1952, adoptó el nombre de Baja
California. Y nuestra entidad cuando también se convirtió en estado en 1974, no
le quedó otra que llamarse Baja California Sur. Y muchas personas opinan que
fue en ese acto de la conversión cuando se perdió la oportunidad de ponerle un
nuevo nombre a nuestra reciente denominación política.
Pero esto no es lo peor. Ahora,
con eso de la influencia del turismo, se le ha comenzado a llamar Baja Sur,
quitándole California que por tradición histórica nos pertenece. Y es que el
nombre de nuestro estado es demasiado largo, pero vivillos como son algunos
prefieren llamarla la Baja es vez de California.
Cuánta razón tenía Paco Arámburo
cuando vaticinó en el mes de diciembre de 1975 que “con el nombre que tenemos
actualmente nadie nos va a reconocer. Nos llamarán BAJA a secas ya lo verán y
los americanos con más ganas lo harán. ¿Qué les parece? Ellos, no conformes con
habernos quitado la tierra y el nombre, ahora nos quieren quitar también el
apellido, haciéndonos quedar en calidad de hijos naturales…”.
En la presentación del libro en
cuestión, otra persona que estuvo presente sugirió la conveniencia de cambiarle
el nombre a nuestro estado para llamarle California a secas. Así no habría
posibilidad de modificarlo o agregarle vocablos que no tienen razón de ser. Y
en la división política de nuestro país quedaría como Estado de California,
México.
Bueno, soñar no cuesta nada. Aunque
hay que tener mucho cuidado para que no se vuelva costumbre el uso del término
Baja. En lo personal, en varias crónicas y artículos de opinión me he referido
a este problema que cada vez se va extendiendo en los círculos empresariales,
deportivos y turísticos. Y he solicitado la aplicación del decreto del gobierno
del estado en el que se prohíbe el uso del término Baja para referirse a
nuestro estado. Pero por razones que desconozco nadie hace caso de ello.
Por otro lado, que bueno que
temas como este se expongan y discutan en público. Y más cuando, como en el
caso de los asistentes a la presentación, demuestran su interés por la
conservación de la identidad de los californianos —los de México.
Hubo otro tema que llamó la
atención y es el que se refiere al actual escudo de armas que identifica a nuestro
estado. Por la importancia que reviste lo trataremos en una crónica posterior.
Noviembre 13 de 2015.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario