Bien por la iniciativa de la Asociación
de Escritores Sudcalifornianos que encabeza Francisco López Gutiérrez, en el
sentido de promover la instalación de monumentos o placas conmemorativas a todo
lo largo de la calzada Forjadores de Sudcalifornia, una de las principales de
la ciudad de La Paz.
Desde que se construyó, allá por
la década de los ochenta del siglo pasado —al menos cuando se le puso ese
nombre— la intención fue colocar monumentos o, en su caso, recordar de manera
subliminal a las mujeres y los hombres que se distinguieron en la forja de esta
tierra bajacaliforniana.
Pero los años han pasado y ni el
gobierno estatal ni el municipal han tomado la decisión de hacer realidad esas
intenciones, aunque voces autorizadas de la sociedad civil han pugnado porque
se cumplan esos propósitos. A la fecha, solamente un busto pequeño del general
Félix Ortega Aguilar se levantó al inicio de la calzada. Y de eso hace ya
varios años.
Por cierto, en una legislatura
pasada, un diputado inició las gestiones para la colocación de monumentos en
esa rúa —fue el doctor Martínez Mora- quien solicitó la
cooperación de la iniciativa privada entre ella los sindicatos, los clubes de
servicio, los colegios de profesionistas y, desde luego, también al gobierno
del estado y el municipio de esta ciudad.
Pero su periodo legislativo terminó
y hasta ahí quedaron las cosas. Ahora vuelve nuevamente el proyecto y creemos
que la intención de la asociación de escritores, además de ser muy loable,
contará con la buena disposición de las autoridades culturales y de personas y
grupos interesados en perpetuar y divulgar la memoria de los héroes del pasado
y de los tiempos presentes.
Alguien me preguntó que si había
suficientes héroes en nuestra tierra para cubrir toda la extensión de la
calzada Forjadores de Sudcalifornia. Le afirmé la convicción de que se podía
seleccionar treinta o cuarenta mujeres y hombres con méritos suficientes, entre
ellos los patriotas de la defensa de nuestra soberanía en la guerra contra los
Estados Unidos en los años de 1847 y 1848. Por ejemplo Manuel Pineda, Jesús
Avilés, Vicente Mejía, José Antonio Mijares, Mauricio Castro y los padres
Vicente Sotomayor y Gabriel González.
En la segunda mitad del siglo
pasado tenemos a Manuel Márquez de León, Clodomiro Cota, Ildefonso Green y Claudio
Zapata. Y en la época de la revolución a Félix Ortega, Martiniano Núñez,
Nicolás Tolentino Antuna, Francisco Arballo Macklis, Dionisia Villarino, Manuel
F. Montoya, Isidro Angulo Angulo, Pedro Altamirano Espinoza y Hilario Pérez.
Y de la sociedad civil,
maestros, escritores, historiadores, doctores, ingenieros. Cómo no rendirles
honores a Francisco Cota Moreno, Filemón C. Piñeda y su hijo César, Fortunato
Moreno, José Alberto Peláez, Néstor Agúndez, Pablo L. Martínez, Manuel Torre
Iglesias, Raúl Carrillo, Enrique VonBorstel y párele de contar.
Lo cierto que hoy es una buena
oportunidad para recordar y enaltecer a nuestros héroes. Ahora que nuestra
aldea se ve amenazada por la transculturación venida de otros países, pero
especialmente de los Estados Unidos. Ahora que es necesario despertar el sentimiento
de pertenencia por nuestra tierra, esa que las generaciones pasadas de
bajacalifornianos dejaron bajo nuestra custodia y que por ello no debemos que
extranjeros disfruten y se apoderen de ellas, con el pretexto del turismo y la
globalización.
Estamos prestos para apoyar la iniciativa
de los Escritores Sudcalifornianos. No en vano hay en ellos historiadores de
gran valía como Gilberto Ibarra Rivera y Eligio Moisés Coronado. Periodistas
como Jesús Chávez Jiménez y “Boby” García; escritores como Estela Davis, Raúl
Antonio Cota y Armando Trasviña. Todos ellos de prestigio bien ganado, cuyas
opiniones deben tener el respaldo que se merecen.
Enero 2017
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