Vida y obra

Presentación del blog

A través de este blog, don Leonardo Reyes Silva ha puesto a disposición del público en general muchos de los trabajos publicados a lo largo de su vida. En estos textos se concentran años de investigación y dedicación a la historia y literatura de Baja California Sur. Mucho de este material es imposible encontrarlo en librerías.

De igual manera, nos entrega una serie de artículos (“A manera de crónica”), los cuales vieron la luz en diversos medios impresos. En ellos aborda temas muy variados: desde lo cotidiano, pasando por lo anecdótico y llegando a lo histórico.

No cabe duda que don Leonardo ha sido muy generoso en compartir su conocimiento sin más recompensa que la satisfacción de que muchos conozcan su región, y ahora, gracias a la tecnología, personas de todo el mundo podrán ver su trabajo.

Y es que para el profesor Reyes Silva el conocimiento de la historia y la literatura no siempre resulta atractivo aprenderlo del modo académico, pues muchas veces se presenta con un lenguaje especializado y erudito, apto para la comunidad científica, pero impenetrable para el ciudadano común.

Don Leonardo es un divulgador: resume, simplifica, selecciona una parte de la información con el fin de poner la ciencia al alcance del público. La historia divulgativa permite acercar al lector de una manera amigable y sencilla a los conocimientos que con rigor académico han sido obtenidos por la investigación histórica.

Enhorabuena por esta decisión tan acertada del ilustre maestro.

Gerardo Ceja García

Responsable del blog

miércoles, 8 de mayo de 2019

Las mujeres de Hernán Cortés

La Malinche
En su libro “Historia de las Indias y conquista de México”, Francisco López de Gómara dice de
Hernán Cortés que “fue muy dado a las mujeres y dióse siempre”. Y es que desde su juventud en España comenzó sus lances amorosos, uno de ellos con riesgo de su vida, pues tuvo que saltar de una ventana para evitar enfrentarse con un marido celoso al que le quería poner los cuernos.

Mal le fue, porque todo desquebrajado perdió la oportunidad de embarcarse rumbo a las Indias como era su deseo. Muchos meses después pudo llegar a Santo Domingo, la isla que Colón llamó San Salvador. Llegó como quien dice con una mano adelante y otra detrás, muerto de hambre y sin un céntimo en el bolsillo. Pero para su buena suerte el gobernador Don Frey Nicolás de Ovando lo envió a un pueblo llamado Azúa donde a los pocos meses logró el empleo de escribano público. Además, se le ayudó con una granjería de 150 indios con los que se dedicó a cultivar sus tierras.

Cuando arribó a La Española Diego de Velázquez recién nombrado Capitán General para conquistar y poblar la isla de Cuba, invitó a Cortés como tesorero del rey. La conquista fue fácil lo que le permitió apropiarse de tierras que comenzó a hacerlas producir, de tal forma que su vida ya la tenía asegurada. Pero su afición a las féminas no disminuyó, pues pronto se hizo de una querida de nombre Catalina Suárez Marcaida, con la que vivió varios años.

Como parecía que la cosa iba en serio, Diego Velázquez ahora convertido en gobernador de Cuba, le insistió para que se casara con ella. Sin embargo Cortés amaba su soltería y se negó a formalizar sus relaciones con Catalina, lo que ocasionó en enojo del gobernador y lo puso preso aprovechando un delito de armas que cometió. Al final, y ante el peligro de su situación económica contrajo matrimonio y el perdón de Velázquez.

En los primeros meses de 1518, llegaron noticias por parte de los exploradores Juan de Grijalva y Pedro de Alvarado acerca de una gran isla llamada Yucatán y que sus habitantes decían que tierra adentro había un gran imperio y muchas riquezas. Entusiasmado Velázquez organizó una armada integrada por once navíos y la puso al mando de Cortés a quien designó comandante general de la misma. En el trayecto hacia esas tierras, llegaron a la isla de Cozumel y allí encontraron a un náufrago español que había sido cautivo de los indios durante ocho años. Se llamaba Jerónimo Aguilar y hablaba la lengua de sus captores, lo cual fue una gran ventaja para Cortés.

Días después llegaron a la región de Tabasco y tuvieron que enfrentarse a un numeroso grupo de nativos que no les permitieron desembarcar, lo que obligó a los españoles a combatir contra ellos. Derrotados los indígenas, uno de los principales caciques les regaló, además de objetos de oro, a 20 doncellas ataviadas con lujosas prendas. Eran de una raza distinta a los aborígenes de las islas pues eran más altas, con buenas proporciones y de buen ver.

Por supuesto, fueron repartidas entre los capitanes y pilotos y la más hermosa se la cedió a su primo Alonso Hernández Püertocarrero. Todas fueron bautizadas por el padre Olmedo y a esta última le puso el nombre de Marina sustituyéndolo por su original que era Malintzin, mejor conocida como Malinche.

Pronto se enteró Cortés de la ayuda de esta indígena. Ella era de una familia que vivió en una de las comarcas que estaba bajo el dominio de los aztecas y por eso hablaban en náhuatl. Marina lo aprendió, lo mismo que la lengua maya cuando llegó a Tabasco.

En su recorrido rumbo al imperio azteca, unos emisarios de Moctezuma le llevaron regalos, pero Cortés no entendió lo que le decían. Tampoco Jerónimo Aguilar pues no era maya la que hablaban. Doña Marina que estaba cerca ofreció su ayuda para servir de intérprete y al escuchar a los emisarios traducía su mensaje en maya a Jerónimo y este lo daba a conocer a Cortés en castellano.

Con el tiempo doña Marina aprendió el lenguaje de los españoles y continuó como interprete, convirtiéndose en una persona inseparable de Cortés, hasta la conquista de México Tenochtitlan en 1519. Desde luego esa cercanía tuvo sus resultados pues a la amante le nació un hijo bautizado con el nombre de Martín Cortés. Alejada un tanto del conquistador, en 1524 contrajo matrimonio con Juan Jaramillo. Tres años después murió y fue sepultada en la capilla de Santa María la Redonda, en la ciudad de México.

Un biógrafo de Cortés dijo de la Malinche: “Doña Marina fue pieza clave para la conquista; la llave que abrió las puertas de México”. El mismo Hernán en una de sus Cartas de Relación escribió: “Después de Dios, debemos la conquista de la Nueva España a Doña Marina”.

Cuando Hernán Cortés llegó a Tenochtitlan y fue bien recibido por Moctezuma convivió varios meses con los habitantes de esa gran ciudad, de su esplendor y muchas de las costumbres de los aztecas. Para congraciarse con él, Moctezuma le ofreció a su hija Tecuichpo de quien Cortés tuvo una hija. Mediante el bautismo, el padre Olmedo le puso el nombre de Isabel Moctezuma y así fue conocida por los españoles.

Isabel formó parte activa en la defensa de la ciudad al lado de Cuauhtémoc y por eso presenció la destrucción y conquista de México-Tenochtitlan en el año de 1521. Casada varias veces, con el último apellidado Cano tuvo cinco hijos que formaron parte de la aristocracia de la Nueva España e incluso uno de ellos obtuvo el título de Conde de Moctezuma y un escudo de armas con motivos mexicas.

El novelista Eugenio Aguirre dice de Tecuichpo: “Fue el símbolo del mestizaje, de la resistencia cultural, pero también pasados los siglos, bien podría sintetizar la necesidad urgente de reconciliación de los mexicanos contemporáneos consigo mismos, sobre todo con miras al futuro”.

En el año de 1528. Cortés viajó a España con el fin de entrevistarse con el emperador Carlos V. Fue bien recibido por el monarca y se le hicieron honores como el de ser nombrado Capitán General y Marqués del Valle de Oaxaca. Durante su estancia en ese país conoció y se enamoró de Juana Ramírez de Arellano y Zúñiga, más conocida como Juana de Zúñiga. Contrajo matrimonio —el segundo— y con su bella esposa regreso a la Nueva España, a Cuernavaca, para vivir en el palacio que hizo construir en 1526. Con ella tuvo seis hijos, uno de ellos, Martín heredó el título de Marqués del Valle de Oaxaca.

Por supuesto con su fama del gusto por las mujeres tuvo muchas amantes, entre españolas e indígenas, pero que la historia no registra. En cambio a varios de sus hijos los protegió hasta donde pudo, entre ellos los dos Martín, hijos de La Malinche y de Juana de Zúñiga.

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