Vida y obra

Presentación del blog

A través de este blog, don Leonardo Reyes Silva ha puesto a disposición del público en general muchos de los trabajos publicados a lo largo de su vida. En estos textos se concentran años de investigación y dedicación a la historia y literatura de Baja California Sur. Mucho de este material es imposible encontrarlo en librerías.

De igual manera, nos entrega una serie de artículos (“A manera de crónica”), los cuales vieron la luz en diversos medios impresos. En ellos aborda temas muy variados: desde lo cotidiano, pasando por lo anecdótico y llegando a lo histórico.

No cabe duda que don Leonardo ha sido muy generoso en compartir su conocimiento sin más recompensa que la satisfacción de que muchos conozcan su región, y ahora, gracias a la tecnología, personas de todo el mundo podrán ver su trabajo.

Y es que para el profesor Reyes Silva el conocimiento de la historia y la literatura no siempre resulta atractivo aprenderlo del modo académico, pues muchas veces se presenta con un lenguaje especializado y erudito, apto para la comunidad científica, pero impenetrable para el ciudadano común.

Don Leonardo es un divulgador: resume, simplifica, selecciona una parte de la información con el fin de poner la ciencia al alcance del público. La historia divulgativa permite acercar al lector de una manera amigable y sencilla a los conocimientos que con rigor académico han sido obtenidos por la investigación histórica.

Enhorabuena por esta decisión tan acertada del ilustre maestro.

Gerardo Ceja García

Responsable del blog

martes, 28 de mayo de 2019

ERIN GO BRAGH, Irlanda por siempre

Para Carlos

En la plaza de San Jacinto en San Ángel de la Ciudad de México, se encuentra una lápida conmemorativa con 71 nombres y a un lado en el jardín está un busto de John Riley. Cada 12 de septiembre se recuerda a los integrantes del Batallón de San Patricio, un grupo de irlandeses que al lado del ejército mexicano se enfrentó al ejército norteamericano en la guerra de 1846 a 1847 y fue la causante de que nuestro país perdiera más de la mitad de su territorio, incluyendo Texas. California, (la Alta), Arizona y Nuevo México.

Dentro de los contingentes armados que defendieron la soberanía nacional tuvo un papel destacado el Batallón de San Patricio, integrado por soldados irlandeses quienes libraron combates en la región norte del país, y después en la defensa de la región comprendida entre el estado de Veracruz y la Ciudad de México.

Con una resistencia llena de valor temerario, los irlandeses defendieron a sangre y fuego los sitios de Palo Alto, La Resaca de Guerrero cerca de la ciudad de Matamoros; estuvieron presentes en el asedio de los norteamericanos en Monterrey y luego, cuando los mexicanos se retiraron a Saltillo y después a San Luis Potosí ellos los acompañaron. Hicieron lo mismo cuando se abrió otro frente de guerra en la región de Tampico y Veracruz.

Cuando las tropas invasoras llegaron al valle de México en su afán de apoderarse de la capital, el Batallón de San Patricio junto con los defensores de los sitios de Padierna y Churubusco, opusieron una férrea resistencia y en los que murieron muchos de ellos. En Churubusco, luego de la rendición de una gran parte del ejército mexicano cayeron prisioneros los valientes irlandeses.

Ellos, de alguna manera, fueron testigos de la humillación y agravio de ver ondear la bandera de las barras y las estrellas en lo alto del mástil del Palacio Nacional de nuestro país, ya que con el enfrentamiento en el Castillo de Chapultepec, las fuerzas invasoras vencedoras pudieron apoderarse de la Ciudad de México. Pero, ¿cuál fue el origen del Batallón de San Patricio?

La historia nos los da a conocer, no sin antes referirnos a sus antecedentes.

En los años de 1824 a 1860, el país de Irlanda sucumbió ante una crisis alimentaria, una hambruna, que causó miles de muertos. Fue la causa por la que familias enteras emigraran a otros países de Europa y sobre todo a los Estados Unidos. Aunque en este último país fueron mal recibidos a causa de sus creencias religiosas —eran católicos mientras que los habitantes de esa incipiente nación eran protestantes—, eso no impidió que se adaptaran a esa nueva forma de vida, sirviendo en los más ínfimos y mal pagados empleos, y siempre con el repudio de los anglosajones. Durante muchos años esas familias vivieron en la pobreza y con muchas penalidades.

Fue por eso que muchos de ellos prefirieron darse de alta en el ejército regular de los Estados Unidos como un medio para mejorar sus niveles de vida. Con los años algunos de ellos lograron hacer carrera, entre ellos John Riley que obtuvo el grado de teniente. Como tal participó en las refriegas contra las tribus indígenas que asolaban vastas regiones del sureste del país, en especial de las tierras de Texas donde el gobierno mexicano permitió la colonización, ofertando 500 mil hectáreas para ello.

Entre los años de 1826 a 1828 ya había mil familias anglosajonas en Texas, que formaba parte del estado de Tamaulipas. Ante la avalancha de colonos, el gobierno de México decretó suspender la colonización y convertir a Texas como un estado más de la federación. Sin embargo, las ambiciones imperialistas del entonces presidente Andrew Jackson por apoderarse de esa extensa y prometedora región, hizo la propuesta de su compra por cinco millones de dólares.

Por supuesto, con el apoyo del gobierno estadounidense los colonos continuaron llegando con total desprecio a las leyes mexicanas. Y más aún cuando podían comprar cuatro mil acres de tierra por 40 dólares. Así, en el año de 1827 ya habían doce mil familias en esa región y diez años más tarde, en 1837, las familias de colonos sumaban un poco más de treinta mil, mientras que los pobladores mexicanos escasamente llegaban a ocho mil residentes.

Cuando el gobierno de México dispuso el pago de impuestos por la propiedad de la tierra y la prohibición de establecer nuevas colonias incluso la portación de armas, los nuevos residentes se negaron iniciando una rebelión que fue encabezada por Sam Houston, un vividor y mercenario de la peor ralea. Este ruin personaje en 1836 se atrevió a proclamar la independencia de Texas poniéndose al frente de un grupo paramilitar que se conoció como los Rangers de Texas, un cuerpo policíaco causante de asesinatos, despojos y violaciones de las familias mexicanas.

A causa de esa situación y ante la negativa del gobierno de México de reconocer la separación de ese estado, fueron constantes las agresiones a las autoridades y las familias mexicanas lo que dio origen a enfrentamientos armados en lugares conocidos como San Jacinto y El Álamo. Por desgracia, el ejército de nuestro país fue derrotado, además de que el presidente de México Ignacio López de Santa Ana cayó prisionero y obligado a firmar un acuerdo por el que aceptaba la segregación de Texas en favor de los Estados Unidos.

Para asegurarse de ese pacto el nuevo presidente de los Estados Unidos James Polk de inmediato declaró la anexión de Texas a su país. Pero ante esa declaración oportunista y falaz del mandatario norteamericano, el gobierno de México respondió que la anexión sería considerada como una declaración de guerra. Y así fue. Y todavía Polk tuvo el descaro de ofrecer cinco millones de dólares por el estado de Nuevo México y 25 millones por el estado de California.

Ese día de la declaración de la guerra entre México y los Estados Unidos, los soldados irlandeses habían desertado para unirse y combatir al lado de los mexicanos. Al principio eran 48 pero después se les unieron polacos, alemanes, italianos y negros, más de cien que por decisión propia adoptaron el nombre de Batallón de San Patricio y así fue reconocido por el gobierno de nuestro país. Su insignia fue una bandera de color verde, con las imágenes bordadas de San Patricio, el arpa celta y el trébol de tres hojas, con una inscripción abajo que decía: ERIN GO BRAGH, que significa Irlanda por Siempre

Justificaron su decisión debido al maltrato hacia ellos por ser irlandeses, pero sobre todo porque se dieron cuenta de las injusticias cometidas con la población mexicana y el despojo de su tierra. Y aún más, por tener que soportar las acciones criminales de los Rangers de Texas, amparados por el gobierno gringo.

Declarada la guerra, los invasores lo hicieron por tres frentes: el ejército al mando del general Kerney atacó en la Alta California, Zacarías Taylor por Tamaulipas y Winfield Scott por el lado de Veracruz. Y entre los defensores estuvo presente el Batallón de San Patricio como responsable de la artillería mexicana.

En la lápida de la plaza San Jacinto se recuerda también el 12 de septiembre de 1848, fecha en que los sobrevivientes del Batallón de San Patricio fueron sentenciados y sacrificados por medio del ahorcamiento, acusados de traidores por los Estados unidos, pero héroes por nuestro país. Lo merecieron. Uno de ellos se salvó de la muerte, el capitán del ejército mexicano John Riley. Después de varios años de vivir en la ciudad de Veracruz, su cuerpo fue hallado en la calle víctima del alcoholismo. Quizá en el más allá se haya reencontrado con sus compatriotas y gritar en coro, IRLANDA POR SIEMPRE.

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