Vida y obra

Presentación del blog

A través de este blog, don Leonardo Reyes Silva ha puesto a disposición del público en general muchos de los trabajos publicados a lo largo de su vida. En estos textos se concentran años de investigación y dedicación a la historia y literatura de Baja California Sur. Mucho de este material es imposible encontrarlo en librerías.

De igual manera, nos entrega una serie de artículos (“A manera de crónica”), los cuales vieron la luz en diversos medios impresos. En ellos aborda temas muy variados: desde lo cotidiano, pasando por lo anecdótico y llegando a lo histórico.

No cabe duda que don Leonardo ha sido muy generoso en compartir su conocimiento sin más recompensa que la satisfacción de que muchos conozcan su región, y ahora, gracias a la tecnología, personas de todo el mundo podrán ver su trabajo.

Y es que para el profesor Reyes Silva el conocimiento de la historia y la literatura no siempre resulta atractivo aprenderlo del modo académico, pues muchas veces se presenta con un lenguaje especializado y erudito, apto para la comunidad científica, pero impenetrable para el ciudadano común.

Don Leonardo es un divulgador: resume, simplifica, selecciona una parte de la información con el fin de poner la ciencia al alcance del público. La historia divulgativa permite acercar al lector de una manera amigable y sencilla a los conocimientos que con rigor académico han sido obtenidos por la investigación histórica.

Enhorabuena por esta decisión tan acertada del ilustre maestro.

Gerardo Ceja García

Responsable del blog

viernes, 13 de marzo de 2020

Conquistadores de lo imposible

Gracias a mi amigo Luis Rosas, quien me ha proporcionado material bibliográfico, en los últimos meses he pasado más tiempo leyendo que escribiendo. Varios de los libros se refieren a las exploraciones y conquistas del continente descubierto por Cristóbal Colón en 1492 y los sucesivos hombres que llegaron a esta nueva tierra, entre ellos Alonso de Ojeda, Vasco Núñez de Balboa, Hernán Cortés, Francisco Pizarro, Pánfilo de Narváez y Hernando de Soto.

Todos, además de sus afanes por llegar a regiones desconocidas y tomar posesión de ellas a nombre de España, llevaban consigo la ambición de encontrar riquezas en especial el oro, las perlas y otros metales preciosos. Y para lograrlo cometieron acciones sanguinarias contra los pueblos originarios, destruyendo sus ciudades y poblados como fue el caso de México Tenochtitlan y de Cuzco, en el actual país del Perú.

Un libro me llamó mucho la atención. Es del escritor José Ángel Mañas y lleva por título “Los conquistadores de lo imposible”. Es un texto de un poco más de 500 páginas y se refiere a las expediciones de Vasco Núñez de Balboa, Hernán Cortés, Francisco Pizarro, Pánfilo de Narváez y Hernando de Soto, estos dos últimos en el descubrimiento de La Florida, en los Estados Unidos.

El texto no es rigurosamente histórico ya que lo combina con la ficción y pone en bocas de los protagonistas diálogos que hacen amena su lectura. Es una novela histórica. Este tipo de obras en general de carácter realista se basan en determinados hechos históricos y los ficcionaliza, los transforma en material literario. Durante el siglo XX se escribieron muchos libros de esta naturaleza, algunos de ellos son: “La guerra del fin del mundo” de Mario Vargas Llosa; “El nombre de la rosa” de Umberto Eco; Sinhué el egipcio” de Mika Waltari; “La columna de hierro” de Taylor Caldwell; “La sombra del caudillo” de Martín Luis Guzmán” y “Claudio” de Robert Graves.

Algunos autores, además de narrar los hechos, dramatizan las acciones de los personajes, tal como sucede en el libro de José Ángel Mañas en que, por poner un ejemplo, relata la muerte de Diego de Almagro a manos de Hernando Pizarro, hermano del conquistador del Perú, Francisco Pizarro. Después de la batalla de Salinas en la que el ejército de Almagro fue derrotado, Hernando lo hizo prisionero.
“—Disfrutad de vuestro aposento, don Diego, y preparaos para enfrentar vuestro destino…
--¡Esperad! ¿Qué queréis decir?
--Pensad en vuestros pecados, porque mañana mismo comenzará el proceso contra vos por rebelión y traición a la corona.
--¡Vos no tenéis autoridad para ello! ¡Debéis enviarme a la ciudad de Los Reyes, ante vuestro hermano! Sólo él, como representante del emperador tiene poder para juzgarme.
--Ya veremos si la tengo o no la tengo. Dormid bien don Diego, y haced acopio de fuerzas. La vais a necesitar.
La puerta se cerró con fuerza”.
La sentencia se cumplió y a Almagro se le ejecutó con garrote y luego se le decapitó. Esa fue la declaración que hizo Hernando Pizarro ante la Corte de Madrid, en 1548.
Por cierto, en una de las expediciones al sur del continente, estuvo presente fray Marcos de Niza que acompañaba a Pedro de Alvarado, gobernador de Guatemala. Este personaje adquirió celebridad cuando aseguró que en la región inexplorada del noroeste de la Nueva España existían varias ciudades de alta cultura y abundantes riquezas. Lo afirmó a su regreso de la expedición ordenada por el virrey Antonio de Mendoza. Fue en el año de 1539 a raíz de las confesiones de los cuatro náufragos sobrevivientes de la malograda expedición de Pánfilo de Narváez a la región de la Florida. En efecto, Álvaro Núñez Cabeza de Vaca, Alonso del Castillo, Andrés Dorantes y el negro Estebanico habían recorrido todo el sur de los Estados Unidos, conviviendo con los indios quienes los protegieron considerándolos curanderos. Cabeza de Vaca contó su hazaña y eso fue el motivo de que se organizaran dos expediciones en busca de las siete ciudades míticas de Cíbola y Quivira. Y más, cuando a su regreso fray Marcos de Niza declaró que unos indios le habían asegurado que más al norte existían tres reinos llamados Marata, Acús y Totoneac.

Lo cierto fue que nunca encontraron las famosas ciudades y fue por eso que esa mentira quedó como uno más de los mitos que se originaron con la conquista del llamado nuevo mundo. Mitos como el estrecho de Anián, las islas Ricas de oro y Ricas de plata. El Dorado y las amazonas de la isla California.

Todavía en el año de 1601, el adelantado Juan de Oñate realizó una expedición en busca del reino perdido de Quivira. Con un contingente de setenta soldados, 700 caballos, seis carros tirados por mulas, cuatro piezas de artillería y sirvientes indios, recorre cerca de mil ochocientos kilómetros en busca de esa región desconocida. Según el relato de uno de sus acompañantes si llegaron al reino de Quvira, pero no encontraron riquezas ni ciudades maravillosas. Álver Vázquez es autor de una novela histórica acerca de este personaje, el último explorador que fue en busca de una región que los aventureros trataron de descubrir en sus afanes de riqueza personal y para beneficio territorial de la Nueva España.
        
Este fue el caso de Hernando de Soto, compañero de Francisco Pizarro en la conquista del Perú. Volvió a España con suficientes riquezas para vivir tranquilo en España, pero no conforme con ello, organizó una expedición para conquistar la región de la Florida después del fracaso y muerte de Pánfilo de Narváez y sus hombres. De Soto recorrió una buena parte del sur de los Estados Unidos y descubrió el río Mississipi. Cuando regresaba a la costa enfermó y murió.
        
Y no podemos olvidar a los navegantes posteriores a Hernán Cortés quienes recorrieron los litorales de la península de California por el lado del océano Pacífico, a partir del año de 1535. Francisco de Ulloa, Juan Hernández Cabrillo, Sebastián Vizcaíno, Juan Pérez, Francisco de la Bodega y Cuadra, Juan de Fuca y Alejandro Malaspina. Este último en 1791, recorrió las costas en busca del estrecho de Anían el cual años antes habían asegurado su existencia tanto por Juan de Fuca como Lorenzo Ferrer Maldonado.

Malaspina afirmaba que el gran problema de España en sus dominios en América era haber sido a conquistadora, en tanto que las otras potencias que llegaron posteriormente se dedicaron a comerciar y edificar la sociedad. El conquistador—decía—pilla, destruye y pasa; mientras que los comerciantes y agricultores poseen, mejoran y defienden. Por supuesto estos pensamientos de Malaspina calaron hondo en los criollos americanos, un paso hacia la independencia de sus países.

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