A inicios de esta semana Jesús Flores Romero, antiguo militante del PRI y candidato a ocupar la presidencia de ese instituto político en nuestro Estado, dijo en una entrevista: “Hoy el respeto a la militancia y consejeros nacionales, estatales y municipales así como los sectores y organizaciones, es indispensable para construir el partido político que necesita el pueblo de Baja California Sur.”
Sus palabras me hicieron recordar otras, pronunciadas por Rosario Guerra. Ella dijo: “Hay que evitar que las decisiones sean copulares en las que el grupo dirigente no toma en cuenta el bien del país o del partido sino tan solo su futuro político. Lo que el líder del PRI debe hacer es reunirse con todos los priistas, limar asperezas, motivar la unidad, dejar que se refunde el partido sobre bases democráticas que consoliden militancia y votos”.
Sobre bases democráticas. En efecto, como dijera en una ocasión el ensayista británico Edward Morgan Forster, una democracia donde prevalezca el respeto que todos nos debemos; cuando se da esa voluntad de convivencia se puede dialogar y debatir. Se puede escuchar y ser escuchado. Esa civilidad no tiene por qué derivar en una coincidencia de opiniones, pero si hay buena fe se siembra al menos la duda que es la semilla de la verdad.
La posición de Jesús es oportuna y valiente. Ante el peligro de seguir perdiendo militantes refugiándose en otros partidos, es urgente la refundación que fije los rumbos adecuados y reactive la militancia partidista, convencidos de ser un partido de oposición y por tanto agresivo y contestatario.
Pero aún hay más. En los graves momentos que vive el partido se requiere de dirigentes capaces y de experiencia política probada. En el PRI estatal existen cuadros de suficiente capacidad, seguros de sacar adelante los principios y programa de acción y, sobre todo, devolver la confianza a los miles de ciudadanos que siguen leales a este partido.
Aunque en una democracia todos tienen derecho a participar, lo cierto es que en estos tiempos cruciales vale más la experiencia que los tanteos de la juventud, sobre todo con aquellos que por decisiones cupulares ocupan puestos de dirigencia sin antes haber pasado por los escalones de una carrera política como son los comités seccionales, los sectores y los comités municipales.
En este mes de agosto, de acuerdo con la convocatoria emitida por el CEN del PRI, los consejeros nacionales, estatales y municipales —unos 400— darán su voto a favor de la planilla para presidente y secretario general del partido en nuestro estado. Y será la Comisión Estatal de Procesos Internos la responsable de organizar, conducir y validar el proceso.
A juicio de varios militantes la convocatoria pone varios requisitos para los que aspiren a esos cargos, uno de los cuales es conseguir determinados porcentajes de apoyo de las organizaciones del partido. Otro, el proselitismo se hará con recursos propios y aportaciones o donaciones de origen lícito. Y ante esto último, nos preguntamos ¿Cuánto capital necesitará un candidato para llevar a cabo sus actividades de campaña?
En fin, llueva o truene, con dedazo o sin él, habrá cambio de directiva en el PRI estatal. Ojalá y los elegidos estén a la altura de los cambios que necesita el partido, sin sometimientos y con plena libertad para encauzarlo hacia metas definidas, pero sobre todo encarando verdades y resentimientos debido a las malas decisiones políticas del pasado reciente.
El PRI en las pasadas elecciones demostró que es una fuerza capaz de enfrentarse con éxito al partido en el poder, y que con unidad de propósitos puede lograr cambiar el rumbo equivocado de la administración pública que hoy gobierna nuestro país.
Así es que una gran parte de esa responsabilidad recaerá en la Comisión Estatal de Procesos Internos, cuyo fallo de las elecciones deberá estar apegado a principios democráticos, con equidad y transparencia. Como debe ser.
Agosto 11 de 2021