Los días 1, 2 y 3 del presente
mes tuvo lugar el IX Encuentro de Escritores Sudcalifornianos, esta vez
dedicado a la escritora Estela Davis. Ante numeroso público se desarrolló el
programa previsto que incluyó lecturas sobre la vida y la obra de Estela, narraciones
diversas, presentación de libros y lecturas de poesía.
En esta ocasión se contó con la
presencia de escritores de Los Cabos y de Comondú lo que dio un gran realce al
Encuentro. En especial porque se tuvo la participación de Rafaela Vizcaíno,
poetisa y autora de un libro titulado “Con fragilidad de cacto” editado el año
pasado. Por cierto, el próximo Encuentro de Escritores llevará su nombre.
De Estela Davis hay mucho de qué
hablar. Autora de libros de cuentos y relatos, de investigaciones históricas y
de artículos de fondo que han aparecido en diversas revistas académicas, su
prestigio como escritora ha sido reconocido a nivel internacional. Su libro “La
Perla del Mojón y otros relatos” se tradujo al idioma inglés y uno de sus
cuentos —El rosario de Raquel” — se incluyó en una antología de literatura
latinoamericana.
Llamó mucho la atención en este
evento cultural, la participación de jóvenes escritores que leyeron cuentos,
relatos y poemas de su autoría. Algunos de estos de excelente calidad, lo que
permite augurar que pasados los años ellos serán los responsables de llevar adelante
el arte literario de nuestra entidad.
Desde luego también participaron
escritores con amplia experiencia en el campo de las letras, como Gilberto
Ibarra Rivera, Raúl Antonio Cota, Leticia Garriga, Publio Octavio Romero, Olga
Freda Cota Gándara, Martín Avilés Ortega, Víctor Ramos Pocoroba y José Antonio
Sequera.
Y, por supuesto yo también
participé con un texto al que titulé “Mi amiga Estela Davis” y en la
presentación editorial de un poemario al que llamé “Haikus, poemas
sudcalifornianos” El libro contiene 190
poemas —son cortos, de tres versos cada uno— dedicados a la naturaleza, de la
vida, a la amistad, a mi ciudad, a las estaciones del año y del amor.
En la presentación les expliqué
que en nuestro país y desde luego en nuestra entidad son poco conocidos, pero
que su existencia se remonta al siglo XVI cuando poetas japoneses como Bashoo,
Buson e Issa crearon este tipo de poesía. Les platiqué también que escritores
de la calidad de Jorge Luis Borges y Mario Benedetti tenían en su haber muchos
haikus, aunque un tanto diferentes a los tradicionales. Borges, por ejemplo,
escribe: La vieja mano/sigue forjando
versos/para el olvido. Y Benedetti lo dice así: No me seduce/el burdel del poder/prefiero el otro.
Claro, hay otros haikus con
mensajes un tanto subliminales como los siguientes: Odio el amor/dijo la margarita, viéndose calva// Hay pocas cosas/tan ensordecedoras,/ como el silencio//. José Juan Tablada a quien se le atribuye la
introducción del haiku en nuestro país allá por los años veinte del siglo
pasado, rompió con las reglas estrictas de los poetas japoneses y los adaptó a la idiosincrasia mexicana. Por
ejemplo: La luna es araña/ de plata/ que
tiene su telaraña/ en el río que la retrata//.
¿Y qué pasó con el libro que presenté?
Bueno, leí algunos de los haikus que aparecen en él y según los aplausos parece
que les gustó. Lo que me pareció halagador, dado que, ya lo dije antes, este
tipo de poesía no es muy conocida.
Escribir haikus, les comenté, no
es cualquier cosa. Encerrar un mensaje en tres versos de 5, 7 y 5 sílabas y
respetar las reglas de la separación silábica y la acentuación requiere cierta
práctica. Y para terminar mi intervención, leí uno que acababa de escribir: Tengo un amor/que bendice los años/mi
esposa Cande//
06
de julio de 2015.
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