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Fotografía del rostro de La
Purísima Concepción. |
Dice Antonio Botías en su libro
“Murcia, secretos y leyendas” que en el año de 1931 la iglesia dedicada a la
virgen de la Purísima Concepción fue consumida por el fuego. “Los querubines
que la rodeaban, como si imploraran clemencia, abrazaban sus divinos pies,
aunque la algarabía de gritos y maldiciones impedían escuchar sus voces
diminutas y cristalinas. Solo el dragón que a uno de ellos hería, henchido de
gozo, esbozó una mueca de victoria antes de convertirse en cenizas. Fue cuando
Murcia perdió su más preciado tesoro”.
Aquí en la Baja California, en
la época de los misioneros jesuitas, fue fundada la misión de la Purísima
Concepción en el año de 1720 por el padre Nicolás Tamaral. Cuando se construyó
la iglesia, en el altar mayor se colocó una imagen de talla de la virgen, como
de 1.60 centímetros de alto con su base de material. Al menos así está escrito
en el inventario que fray Francisco Palou entregó a su sucesor, el fraile
dominico Vicente de la Mora, en 1773.
Algunos investigadores dicen que
la iglesia quedó casi destruida por la creciente del arroyo que pasaba cerca de
la misión y que ya para los primeros años del siglo pasado se encontraba en
ruinas. Así es como se observa en una fotografía tomada por Aurelio de Vivanco,
en 1924.
A la fecha no es posible
determinar el lugar donde estaba la misión y que fin tuvo la escultura de la
virgen de la Purísima Concepción. En la actualidad, la iglesia del pueblo de La
Purísima resguarda una imagen de ella que se cree corresponde a la época
colonial.
En la ciudad de Murcia, España,
sus habitantes expresaron su pesar por la pérdida de su protectora. La talla,
obra del escultor Francisco Salzillo, por su perfección, era comparable a las
mejores de su época. Pero lo peor era que no se tenía una visión clara de la
fisonomía de la virgen.
Seis meses después, tras una
intensa búsqueda, se localizaron dos fotografías de la madona, una de cuerpo
entero y la otra de su rostro. Con esas fotografías fue posible reconstruir la
talla y colocarla en una nueva parroquia que lleva ese nombre Parroquia de la
Purísima Concepción, inaugurada en 1964.
Esta virgen es la patrona del
país de Nicaragua. En el año de 1562, don Lorenzo de Cepeda salió de España
rumbo al nuevo reino de Perú, pero el mal tiempo obligó a la embarcación a
buscar refugio en un puerto de la costa de ese país centroamericano. Don Lorenzo
llevaba consigo una escultura de la virgen, pero debido a la humedad del lugar
se trasladó a la población de El Viejo que fue donde quedó definitivamente la
talla. Con el paso de los años la veneración de la virgen fue en ascenso hasta
convertirse en el símbolo religioso de los nicaragüenses.
Tanto en ese país como en el
pueblo de La Purísima cada 8 de diciembre se realizan las festividades en honor
de la Purísima Concepción. Pero allá, como tienen a su virgen en escultura, la
llevan en procesión, en medio del tradicional “griterío” y la famosa “gorra”.
Los creyentes salen y gritan
frente a las casas: “ ¿Quién causa tanta alegría? Y les responden: “¡Concepción
de María! Y a los gritones les ofrecen la gorra o sea un brindis consistente en
dulces típicos, frutas, chicha de maíz, arroz en leche, cajetas de coco, etc.
Cuando, en no tan lejano día,
los purismeños tengan su imagen de talla de la Purísima Concepción, habrá que
gritar: ¿Quién causa tanta alegría?, y nos obsequiarán con dátiles, queso de
cabra, frutas en conserva, puñados de aceitunas y otros regalos propios de ese
inolvidable pueblo de origen jesuita.
Octubre
22 de 2015.
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