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Don Carlos Morgan (+) y Mario
Vázquez Raña (+), director
general de Organización Editorial Mexicana.
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Mi encuentro con el periódico
que fundara Carlos Morgan Martínez en 1967 no fue de mi gusto. No había pasado
un año de su presencia en nuestra ciudad de La Paz, cuando apareció un artículo
en su primera plana criticándome por haber tenido la audacia de fungir como
perito de joyas arqueológicas.
El asunto sucedió así. Un día de
tantos recibí la invitación de las autoridades judiciales para que actuara como
perito para determinar la autenticidad de unas piezas arqueológicas que tenía
en venta un señor que llego del interior de la república. Lo tenían detenido en
los separos de la policía junto con la mercancía.
La conclusión fue inmediata.
Después de observar con detenimiento las piezas e incluso raspar en su
superficie, me di cuenta que eran burdas imitaciones de las que abundan en los
centros arqueológicos del centro de la república y de las zonas de Tabasco y Yucatán.
Además, el precio que pedía por ellas distaba mucho del valor real de las
verdaderas.
No son genuinas —me decía
asustado el vendedor— ni tampoco las robé. Las compré en un mercado artesanal
donde hay muchas de ellas.
Total, con mi declaración el asustado
señor quedó libre, pero con la advertencia de que en futuras ocasiones debería
mostrar el recibo de compra del comercio expendedor. Y, desde luego, mi
experiencia sirvió porque en mis viajes que hacía al interior de la república
adquirí varias muestras arqueológicas de imitación.
En esos años del inicio del
periódico ya se publicaba en nuestra ciudad “El Eco de California” que se
especializaba en temas regionales, al contrario de “El Sudcaliforniano” que
contenía información nacional y del extranjero. Por eso, los envidiosos le
llamaban “el papelote del nombre prestado” y a don Carlos “el pirata Morgan”.
Cuando Carlos Morgan se retiró
de la dirección del periódico, fundó después “El Diario Peninsular” y “El
Forjador”. Este último me publicó varios artículos, lo mismo que “El Eco” y el “BCS”.
Y después de muchos años, a partir del año de 1999, “El Sudcaliforniano” me
publicó casi 200 crónicas muchas de las cuales me sirvieron para publicar
cuatro libros. Fue cuando era director el estimado amigo y excelente periodista
Jesús Chávez Jiménez, y después el actual don José Escobar García quien por
varios años ha sabido llevar a ese diario por los caminos de un verdadero medio
de comunicación masiva.
Y como siempre, no faltan
anécdotas en la vida de este medio informativo. Humberto de los Ríos, un viejo
amigo de las imprentas relata que en una ocasión don Carlos Morgan solicitó su
ayuda para maquilar la información del periódico dado que su linotipo se había
descompuesto. Así que durante tres o cuatro días el contenido de “El
Sudcaliforniano” se maquiló en los talleres de “El Eco de California” donde
trabajaba Humberto. Por supuesto la ayuda fue un tanto sigilosa a fin de que no
se diera cuenta Félix Alberto Ortega Romero, propietario de este último
periódico, por aquello de la competencia.
En la actualidad “El
Sudcaliforniano” es un órgano informativo reconocido por la sociedad. Con un
tiraje de 20,000 ejemplares se distribuye en las principales ciudades y pueblos
de nuestro Estado. Además de las noticias, tiene secciones de sociales,
deportivas, policíacas y de los cinco municipios. Cuenta, además, con una
sección de información nacional e internacional y otra titulada La República. En
su sección de Opinión colaboran prestigiados comentaristas y periodistas de
renombre del ambiente nacional. Y le da cabida a otros de nuestra ciudad
quienes escriben crónicas, asuntos culturales y análisis de la problemática
local.
Por todo ello quiero pensar que
tenemos “El Sudcaliforniano” para rato.
Diciembre
05 de 2015
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