Desde hace varios años el Consejo de la Comunicación lleva a
cabo una campaña tendiente a fomentar el hábito de la lectura y para ello se
vale,--uno de tantos medios—de inserciones en los periódicos con las leyendas
Leer para ser mejores, Leer para aprender y Lee 20 minutos al día. Acompañan a
los anuncios fotografías de artistas y deportistas, entre ellas nuestra
coterránea Paola Espinosa. En “El Sudcaliforniano” aparece todos los días la
publicidad del Consejo.
Naturalmente al hablar del fomento a la lectura debemos
hacer mención de las bibliotecas públicas, ya que son los lugares donde los
niños y los jóvenes tienen la oportunidad de encontrar los libros de su
preferencia y disfrutar de ellos el tiempo que deseen. Además, los pueden
obtener en préstamo para leerlos cómodamente en sus casas, incluso en compañía
de sus familiares.
Aquí en nuestra ciudad existen siete bibliotecas públicas y
otras tantas de instituciones educativas. La Justo Sierra, a un lado del museo
de Antropología e Historia, contiene cerca de diez mil libros diversos, entre
ellos cuentos infantiles y novelas recientes. Por lo demás en el resto del
Estado se encuentran funcionando 57 bibliotecas públicas que son aprovechadas
por los estudiantes de los niveles básico y superior.
Y hablando de bibliotecas, en el periodo de gobierno del
licenciado Ángel César Mendoza Arámburo se inauguró la Biblioteca de las
Californias, con un acervo de libros referentes a la historia, la cultura y el
arte de Baja California. Allí se encontraba la colección completa The Baja
California Travels Series de la Dawson Book Shop y otros libros de autores
extranjeros y mexicanos.
Durante el gobierno del licenciado Leonel Cota Montaño esa institución
desapareció y a la fecha no se sabe bien a bien en manos de quien quedó ese
importante acervo bibliotecario. Lástima porque muchos interesados en la
historia de nuestro pasado acudían —yo entre ellos-- a esa biblioteca en busca
de información.
La referencia viene al caso porque a fines del año pasado el
Instituto Sudcaliforniano de Cultura, a través de su Coordinación de Fomento
Editorial, publicó un interesante libro titulado “Una expedición a la nación
guaycura en las Californias” cuyo autor es James Arraj.
En una investigación que le llevó 24 años, Arraj hace
referencia a muchos cronistas e historiadores como fuentes bibliográficas y
como justificación a su trabajo. Por cierto, algunos de ellos de gran prestigio
como Harry W. Crosby, Peter Masten Dunne, Ernest J. Burrus, Michael Mathes y
por supuesto, varios investigadores sudcalifornianos como Eligio Moisés
Coronado, Gilberto Ibarra Rivera y Harumi Fujita.
Y como fuentes bibliográficas quedan porque muchos de esos
libros –al menos yo— no los conocemos. Un tanto por no estar traducidos al
español y también por su alto precio. Puede ser que algunos de los
historiadores de nuestra ciudad los hayan adquirido pero los guardan como oro
molido.
Lo anterior nos lleva a sugerir la conveniencia de que el
gobierno del Estado vuelva a crear la Biblioteca de las Californias en uno de
los edificios que tiene disponibles y que los volúmenes iniciales sean
proporcionados gratuitamente por los historiadores y escritores locales, además
de las instituciones educativas que, como la UABCS, tienen colecciones de
libros que han editado, así como el Instituto Sudcaliforniano de Cultura.
De tomarse en cuenta esta iniciativa, casi estamos seguros
que la biblioteca contará desde sus inicios con no menos de 300 obras que se
refieran a la Baja California. Y con el apoyo económico del gobierno y la
iniciativa privada se podrán adquirir otras más hasta hacer de esa institución
una de las más importantes de nuestra entidad.
Enero 18 de 2016.
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