Vida y obra

Presentación del blog

A través de este blog, don Leonardo Reyes Silva ha puesto a disposición del público en general muchos de los trabajos publicados a lo largo de su vida. En estos textos se concentran años de investigación y dedicación a la historia y literatura de Baja California Sur. Mucho de este material es imposible encontrarlo en librerías.

De igual manera, nos entrega una serie de artículos (“A manera de crónica”), los cuales vieron la luz en diversos medios impresos. En ellos aborda temas muy variados: desde lo cotidiano, pasando por lo anecdótico y llegando a lo histórico.

No cabe duda que don Leonardo ha sido muy generoso en compartir su conocimiento sin más recompensa que la satisfacción de que muchos conozcan su región, y ahora, gracias a la tecnología, personas de todo el mundo podrán ver su trabajo.

Y es que para el profesor Reyes Silva el conocimiento de la historia y la literatura no siempre resulta atractivo aprenderlo del modo académico, pues muchas veces se presenta con un lenguaje especializado y erudito, apto para la comunidad científica, pero impenetrable para el ciudadano común.

Don Leonardo es un divulgador: resume, simplifica, selecciona una parte de la información con el fin de poner la ciencia al alcance del público. La historia divulgativa permite acercar al lector de una manera amigable y sencilla a los conocimientos que con rigor académico han sido obtenidos por la investigación histórica.

Enhorabuena por esta decisión tan acertada del ilustre maestro.

Gerardo Ceja García

Responsable del blog

martes, 26 de marzo de 2019

Agustín de Iturbide y la Güera Rodríguez

La Güera Rodríguez
En el año de 1884 el agrimensor Guillermo Benton, apoderado de los herederos de Agustín de
Iturbide, quien fuera emperador de México en los años de 1822 y 1823, reclamó las propiedades que les pertenecían en la península de la Baja California que sumaban la “modesta” extensión de 200 sitios de ganado mayor equivalente a 231 mil hectáreas localizadas en los municipios de La Paz y San Antonio y en la región de la Magdalena lo que hoy es el Valle de Santo Domingo, las islas Cerralvo, San José, San Marcos, Ángel de la Guarda, Cedros y parte de la frontera con los Estados Unidos.

Los herederos de Iturbide se apoyaban en un decreto emitido en el mes de marzo de 1852 sobre terrenos baldíos y los títulos a su favor que fueron reconocidos por el gobierno en el año de 1860. Desde luego, cuando la solicitud llegó a manos del Jefe Político en busca de autorización para la mensura y deslinde de los terrenos, este de inmediato consultó el caso al gobierno de la República respecto a la validez de la solicitud, a la vez que protestaba por el despojo que se pretendía hacer en perjuicio de los legítimos dueños que eran los rancheros sudcalifornianos. Afortunadamente el Ministerio de Fomento atendió de inmediato el problema justificando el derecho de los habitantes de la península de poseer esos terrenos y, como es común en estos casos, le dio largas al asunto hasta quedar olvidado. De todas maneras ese reclamo de tierras nos revela hasta dónde la Baja California ha sido codiciada por propios y extraños.

Agustín de Iturbide es un personaje de la historia de México porque junto con Vicente Guerrero dieron culminación a la independencia de México, el 27 de septiembre de 1821, después de once de años de luchas en las que murieron muchos mexicanos, entre ellos los caudillos Miguel Hidalgo, Ignacio Allende, José María Morelos y Francisco Javier Mina. Refieren las crónicas que ese día en que entró el ejército trigarante a la ciudad de México encabezadas por Iturbide, fueron desviadas a propósito por una calle lateral a fin de que una hermosa dama pudiera presenciar el desfile en tanto le arrojaba flores al orgulloso libertador.

La dama en cuestión no era otra que María Ignacia Rodríguez de Velasco, mejor conocida en esa época como “la Güera Rodríguez”, una mujer que en aquel tiempo figurara como principal gala y ornato de la alta sociedad, provocando admiración y escándalos en los más encumbrados salones de la aristocracia de ese entonces.

Como bien lo narra don Arturo del Valle- Arizpe, doña María Ignacia era muy popular y prodigaba simpatía y belleza. La capital estaba llena de su presencia y no había en la ciudad quien no la admirase. Era el centro de todas las miradas y todos los deseos. Cuentan que en una ocasión un fulano feísimo, tuerto y con una horrible cicatriz en el rostro, se enamoró perdidamente de la “Güera” y por eso le pidió al diablo que se la consiguiera a cambio de su alma. A lo que Luzbel le contestó: “Oye tú, no me ofrezcas tu alma que ya es mía por tantos pecados que tienes. Y en cuanto a la Güera Rodríguez para mí la quisiera, tuerto desgraciado”.

Y es que la dama en cuestión, asediada por su belleza, no era indiferente a los acosos masculinos tanto, que en tuvo fama por los numerosos amoríos que tuvo en su vida. El libertador Simón Bolívar cuando visitó México no fue inmune a sus encantos, así como el barón de Humboldt quien llegó a nuestro país en 1803. Se dice que también tuvo relaciones íntimas con algunos prelados de la iglesia y que se valió de sus encantos para que los virreyes la protegieran y le concedieran favores.

Pero por lo demás fue una mujer que respaldó los intentos independentistas de los mexicanos, con riesgo de ser acusada ante la Inquisición. Ella tuvo la oportunidad de conocer a don Miguel Hidalgo y siempre se tuvo la creencia de que ayudaba económicamente a ese movimiento libertario. Mujer valiente y altiva, pregonaba su entusiasmo por los hombres que luchaba por liberarse del dominio de España y no fueron pocas las veces que lo hizo en la corte virreinal.

María Ignacia Rodríguez de Velasco fue una figura relevante en los años finales del virreinato en el que ella matizó con su belleza esa época de la historia de México. Pero, además, está considerada como una de las mujeres que puso a disposición de la causa de la independencia parte de sus bienes y eficaz promotora de los ideales insurgentes, al lado de Josefa Ortiz de Domínguez, Leona Vicario, Gertrudis Bocanegra, Mariana Rodríguez del Toro, Carmen Camacho, Luisa Martínez y otras más.

De la familia de Agustín de Iturbide hay mucho que decir, como el hijo que dieron en adopción a Maximiliano y Carlota, para educarlo como futuro emperador de México… pero esa es otra historia.


No hay comentarios.:

Publicar un comentario