Vida y obra

Presentación del blog

A través de este blog, don Leonardo Reyes Silva ha puesto a disposición del público en general muchos de los trabajos publicados a lo largo de su vida. En estos textos se concentran años de investigación y dedicación a la historia y literatura de Baja California Sur. Mucho de este material es imposible encontrarlo en librerías.

De igual manera, nos entrega una serie de artículos (“A manera de crónica”), los cuales vieron la luz en diversos medios impresos. En ellos aborda temas muy variados: desde lo cotidiano, pasando por lo anecdótico y llegando a lo histórico.

No cabe duda que don Leonardo ha sido muy generoso en compartir su conocimiento sin más recompensa que la satisfacción de que muchos conozcan su región, y ahora, gracias a la tecnología, personas de todo el mundo podrán ver su trabajo.

Y es que para el profesor Reyes Silva el conocimiento de la historia y la literatura no siempre resulta atractivo aprenderlo del modo académico, pues muchas veces se presenta con un lenguaje especializado y erudito, apto para la comunidad científica, pero impenetrable para el ciudadano común.

Don Leonardo es un divulgador: resume, simplifica, selecciona una parte de la información con el fin de poner la ciencia al alcance del público. La historia divulgativa permite acercar al lector de una manera amigable y sencilla a los conocimientos que con rigor académico han sido obtenidos por la investigación histórica.

Enhorabuena por esta decisión tan acertada del ilustre maestro.

Gerardo Ceja García

Responsable del blog

miércoles, 6 de marzo de 2019

Los cojos y mancos en la historia

Gral. Álvaro Obregón
Hace muchos años atrás leí dos novelas de aventuras en el mar; la primera se llama La isla de Tesoro del autor escocés Robert Louis Stevenson y la segunda Moby Dick del escritor estadounidense Herman Melville. En ellas aparecen dos personajes principales que tiene una característica común,
son cojos.

John Silver apodado El Largo, es el cocinero del barco que los conduce a una isla en la que, según un mapa encontrado en el baúl de un bucanero, se encontraba un gran tesoro. No obstante su cojera participa en diversas acciones durante la travesía. En la otra novela, el capitán cojo Ahab, al mando del buque ballenero Pequod, va en busca y persecución de un cachalote blanco, en las heladas aguas del Ártico.

Con seguridad a través de la historia de la humanidad se registran muchos hechos realizados por personas con impedimentos físicos, como es el caso de Miguel de Cervantes Saavedra, autor de la inmortal novela Don Quijote de la Mancha, quien en una batalla en el golfo de Lepanto una bala le destrozó la mano izquierda dejándolo tullido, aunque es común decir, cuando se refieren a él como el “manco de Lepanto”.

El personaje que si fue cojo además de manco y tuerto fue el general español Blas de Lezo al que a los quince años le amputaron una pierna y después durante un combate en Gibraltar una esquirla de una bala le dejó ciego un ojo. Aun así continuó al servicio de las armas hasta que en otra acción de guerra en Gibraltar, un bala de mosquete le dio en el antebrazo izquierdo por lo que tuvieron que amputarlo. No obstante estos impedimentos, al frente de las tropas españolas defendió la ciudad de Cartagena de Indias del asedio de la armada naval inglesa en el año de 1741.

En nuestro país existieron personajes cojos y mancos. Uno de ellos fue el general Antonio López de Santa Ana quien en la llamada “guerra de los pasteles” contra los franceses, en 1838, una bala de cañón le destrozó la pierna derecha dejándolo cojo. Como era el presidente ordenó que la parte amputada se le hicieran honores y un cortejo la llevó a inhumar en el panteón de Zempoala. Poco tiempo después la desenterraron y con la misma parafernalia la trasladaron a la ciudad de México. En 1844, durante una revuelta, un grupo de capitalinos sacó la pierna de su tumba y la arrastró por las calles de la capital. Fue cuando la ira popular le compuso unos versos que dicen: “Santa Ana quiere corona/ se la haremos de hojalata/ porque la corona de oro/ le ha de costar la otra pata”.

Durante la Revolución Mexicana, algunos militares de alto rango sufrieron heridas que los dejaron tullidos o mancos, como el valiente general villista Tomás Urbina quien tenía una mano seca. Pero el caso más renombrado fue el del general Álvaro Obregón, jefe del ejército carrancista cuando en la batalla de La Trinidad contra los villistas, en 1915, los fragmentos de una granada le arrancaron un brazo. Contaron los testigos que al verse herido con su pistola trató de matarse, pero afortunadamente el arma se encasquilló. Un ayudante se la arrebató y con ello le salvó la vida. Lo llevaron al campamento donde lo operaron de emergencia.

También cuentan, y esto no pasa de ser una broma —se la achacan al mismo Obregón— que cuando buscaban en el campo de batalla lleno de muertos el brazo cercenado del general, fueron a decirle que no lo encontraban, entonces les recomendó “tomen una moneda de oro y aviéntenla entre los cadáveres”. Así lo hicieron y ante la sorpresa de todos, de pronto saltó el brazo y la mano se apodero del metal dorado.

Obregón tenía fama de bromista y era muy ingenioso en sus pláticas. Cuando en 1920 salió electo presidente de México fue informado que algunos funcionarios se servían con la cuchara grande y a dos manos —ya había corrupción— respondió: “Todos roban, pero yo robo la mitad” haciendo alusión a su brazo mocho.

Todos estos personajes, los de ficción y los reales superaron sus impedimentos físicos, sin que complejos de inferioridad les hayan impedido triunfar y llevar una vida normal. Claro que ser cojo o manco conlleva una vida un tanto singular dentro de la sociedad donde se desenvuelve, pero sus buenas acciones opacan o hacen olvidar esos defectos.

     Por cierto aquí en nuestra entidad hubo un gobernador manco, y aunque no perdió el brazo en una confrontación armada sino en una campaña política, cuando la hélice de un avión se lo destrozó, supo superar la desgracia y gobernar a su pueblo con buenos resultados. También estuvo al frente de nuestra entidad el general Bonifacio Salinas Leal que tenía un brazo inutilizado a causa de una herida de bala durante una insurrección en el centro del país. 

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