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Ernest
Hemingway |
Una de las bellas artes en el mundo de la cultura es la literatura: es un arte reservado para aquellos, mujeres y hombres, que saben apreciar la belleza de las palabras. Es común que toda persona en sus ratos de ocio pueda leer uno o varios libros sobre diversos temas y diferentes géneros como el cuento, la novela y la poesía, pero no todos pueden escribirlas. Los que lo hacen se catalogan como escritores y son verdaderos artistas de la palabra.
Desde que se inventó la escritura y a través de los periodos históricos, muchos escritores han trascendido y sus creaciones han llegado hasta nosotros como si fueran actuales. Díganlo si no La Ilíada y La Odisea de Homero, la Eneida de Virgilio, La Divina Comedia de Dante, Hamlet y Otelo de Shakespeare, El Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes y tantos otros autores de inolvidables obras literarias.
Pero como mortales y con los defectos y virtudes propias del ser humano, hicieron de su vida lo que mejor les parecía, aunque ello fuera contrario a las normas morales de la sociedad. Tal es el caso de las inclinaciones sexuales y del vicio del alcoholismo de muchos de ellos.
Cuando nos deleitamos ante las novelas de Oscar Wilde, una de ellas muy divulgada conocida como El retrato de Dorian Gray; o cuando leemos la obra de teatro Bodas de Sangre de Federico García Lorca; o bien A sangre fría, de Truman Capote, no nos imaginamos que les hacía agua la canoa y que preferían los actos de sodomía a las relaciones amorosas con las mujeres.
Un actor famoso, Marlon Brando, que interpretó el papel de El Padrino, la película que batió record de taquilla en los Estados Unidos, era un consumado homosexual que tuvo como pareja a otra estrella famosa James Dean. Y qué decir del padre de la poesía moderna, Walt Witman, quien en sus poemas dejaba entrever sus inclinaciones antinatura.
Y, desde, luego, en México no se cantan mal las rancheras. Salvador Novo, Carlos Monsiváis y Xavier Villaurrutia fueron excelentes escritores, pero con inclinaciones homosexuales. Cuando murió Monsiváis, su amiga de toda la vida Elena Poniatowska quien sabía que tenía un amante, ante su tumba le dijo: “Ahora comprendo lo que significa la existencia real del amor sin límites; el amor que no tiene fronteras sexuales”.
Los borrachos se cuecen aparte aunque hubo algunos que practicaron la reversa. La historia de la literatura registra a connotados escritores que no podían vivir sin los humos del alcohol y que, cuando estaban en estado etílico, la inspiración les llegaba y pudieron escribir las obras que los hicieron famosos.
Un caso típico fue el de Ernest Hemingway quien era un beodo consumado. Pero a pesar de ello, escribió novelas inmortales como Adiós a las Armas, Por quién doblan las campanas y El viejo y el mar. Hemingway obtuvo el premio Nobel en 1954. Otro novelista que también ganó el Nobel fue William Faulkner, escribía siempre con una botella de licor en la mano. Lo mismo que Edgar Allan Poe, autor de extraordinarios cuentos como El Cuervo y El corazón delator. Le gustaba tanto la bebida que inventó una a la que llamó “licor de huevo”. Consistía en una combinación de siete huevos, leche azucarada, brandy, nata y nuez moscada.
La lista es larga de los escritores a los que les gustaba el chupe. En México hubo algunos como Juan Rulfo al que se le pasaban a tal grado las copas que se quedaba dormido en la calle. A lo mejor no le importaba ya que su fama de escritor era reconocida mundialmente. Fue el autor de Pedro Páramo y El llano en llamas.
También en nuestro país existieron compositores y cantantes afectos al trago. Uno de ellos fue José Alfredo Jiménez aunque un tanto moderado. Sus canciones son muy conocidas como Paloma querida, Un mundo raro, Que te vaya bonito. Además, a lo mejor como un descargo de conciencia compuso En el último trago y Llegó borracho el borracho.
José Alfredo está considerado como de los grandes compositores musicales como lo fue sin duda Juan Gabriel. Nomás que el primero lo fue acompañado de vino y mujeres, entre ellas Irma Serrano, La Tigresa. En cambio Juan Gabriel, un tanto afeminado, hizo de sus creaciones y de su voz los mejores caminos para llegar a la fama.
En fin, lo que antes constituía un pecado y faltas a la moral con eso del alcoholismo y la homosexualidad hoy se ve como causa natural, tanto, que en muchos países se aceptan los matrimonios entre personas del mismo sexo y mucho de ellos no tienen reparos a darlo a conocer públicamente. Ese es el orgullo gay. En cuanto a los borrachos, bueno, mientras sean capaces distinguirse de la masa anodina de la sociedad escribiendo obras geniales de la literatura universal.
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