Vida y obra

Presentación del blog

A través de este blog, don Leonardo Reyes Silva ha puesto a disposición del público en general muchos de los trabajos publicados a lo largo de su vida. En estos textos se concentran años de investigación y dedicación a la historia y literatura de Baja California Sur. Mucho de este material es imposible encontrarlo en librerías.

De igual manera, nos entrega una serie de artículos (“A manera de crónica”), los cuales vieron la luz en diversos medios impresos. En ellos aborda temas muy variados: desde lo cotidiano, pasando por lo anecdótico y llegando a lo histórico.

No cabe duda que don Leonardo ha sido muy generoso en compartir su conocimiento sin más recompensa que la satisfacción de que muchos conozcan su región, y ahora, gracias a la tecnología, personas de todo el mundo podrán ver su trabajo.

Y es que para el profesor Reyes Silva el conocimiento de la historia y la literatura no siempre resulta atractivo aprenderlo del modo académico, pues muchas veces se presenta con un lenguaje especializado y erudito, apto para la comunidad científica, pero impenetrable para el ciudadano común.

Don Leonardo es un divulgador: resume, simplifica, selecciona una parte de la información con el fin de poner la ciencia al alcance del público. La historia divulgativa permite acercar al lector de una manera amigable y sencilla a los conocimientos que con rigor académico han sido obtenidos por la investigación histórica.

Enhorabuena por esta decisión tan acertada del ilustre maestro.

Gerardo Ceja García

Responsable del blog

jueves, 28 de febrero de 2019

Las cargas de caballería

Francisco Villa
De siempre, a través de la historia de la humanidad, el caballo ha ocupado un lugar importante en los conflictos bélicos entre las naciones. Los cosacos que invadieron una parte de Rusia y la parte central de China comandados por Gengis Kan, fueron aguerridos jinetes cuyos caballos procedían de la estepa siberiana, con sus pelajes espesos que los defendían de los fríos glaciales de esa región asiática.

Al igual, en esos remotos años, Atila llamado el azote de dios, devastó el centro de Europa con un ejército de la raza de los hunos, utilizando como sostén de su travesía al caballo. Aunque también hubo otros conquistadores que además del caballo, echaron mano de otros animales, como fue el caso de Aníbal el cartaginés, que para lograr pasar por las montañas hizo uso de los elefantes. O de los temibles beduinos árabes montados en camellos.

La caballería estuvo presente en toda la época medieval en los países ya configurados de Europa como Francia, España, Portugal e Italia. Después, ya en los siglos XVII y XVIII los ejércitos, además de los soldados, tenían legiones de caballería como complemento de sus ofensivas en contra del enemigo. Tal fue el caso de Napoleón I, cuando invadió Egipto y se apoderó de El Cairo y Alejandría, en el año de 1798.

En 1814 a 1818 durante la primera guerra mundial, la caballería jugó un papel importante, aunque el uso de otros medios de guerra como los tanques, los camiones blindados y los aviones fueron más efectivos que el uso de los caballos. En la segunda guerra mundial, 1938-1945, ya las fuerzas montadas tendieron a desaparecer. Aun así, se dio el caso, en la defensa que hacía el ejército ruso de la invasión alemana a su país, que una brigada de caballería integrada por jinetes cosacos le hicieron frente a las fuerzas motorizadas, con resultados desastrosos; todos murieron bajo las balas de las ametralladoras del enemigo.

Lo anterior nos recuerda la película “El último samurái” donde estos legendarios defensores de su país, armados con arcos y flechas, sables y lanzas, en un acto suicida, se enfrentaron a las fuerzas del imperio japonés y a sus cañones y ametralladoras prefiriendo la muerte antes que perder su libertad.

En nuestro país, México, durante la etapa de la revolución iniciada para derrocar al dictador Porfirio Díaz, y después por los asesinatos del presidente Francisco I. Madero y el vicepresidente José María Pino Suárez, la caballería estuvo presente desde el inicio del movimiento armado, particularmente las que comandaba el general Francisco Villa con sus famosos “dorados”. Triunfante la revolución con la división del norte al mando de Villa y las divisiones del centro con Álvaro Obregón y Pablo González, se reunieron los representantes de todas las fuerza en la Convención de Aguascalientes a fin de concertar un gobierno que dirigiera los destinos del país por el rumbo correcto Pero como no pudieron ponerse de acuerdo, volvieron nuevamente las confrontaciones armadas, ahora entre villistas y carrancistas.

A mediados del año de 1915, dos poderosos ejércitos estuvieron frente a frente en los campos de Celaya y La Trinidad. Y en las tres batallas con miles de combatientes, las brigadas de caballería hicieron acto de presencia. Por un lado, los hombres a caballo de Villa y por el otro la caballería de Obregón, pero los dos con el apoyo de cañones, ametralladoras y soldados de infantería.

En la batalla decisiva , la de Trinidad, un lugar cerca de la ciudad de Irapuato, se enfrentaron 25 mil hombres con 19,500 jinetes del lado de Villa y 34 mil 700 con 9400 jinetes del campo obregonista. En esa batalla, Villa mandó el ataque contra las trincheras enemigas con una carga de caballería de tres mil hombres al mando del general Rodolfo Fierro, pero fueron rechazados con el fuego nutrido de las ametralladoras. Dicen las crónicas que fue una carnicería, pues en menos de diez minutos mataron a 300 jinetes. Algunos que lograron saltar las vallas enemigas, fueron masacrados por la espalda con las mismas armas. Y es que como dijo un historiador, Villa nunca comprendió que era imposible enfrentar las cargas de caballería contra armas modernas como fueron en este caso las ametralladoras.

Las famosas cargas de caballería de los dorados dejaron de ser efectivas y en la batalla de La Trinidad aceptó su derrota y el triunfo del carrancismo. Después, con la promulgación de la Constitución de 1917 y la elección de Carranza como presidente, el poder y la fuerza militar de Francisco Villa se esfumó.

Fue en esos años de la revolución cuando también en Baja California Sur hubo un alzamiento armado apoyando a Carranza. En 1913, Félix Ortega Aguilar al frente de un puñado de seguidores inició la lucha contra las fuerzas que defendían el gobierno usurpador del general Victoriano Huerta. Y la mayoría de ellos fueron jinetes que lucharon en las regiones de El Triunfo, San Antonio, Miraflores, San José del Cabo y Todos Santos. Naturalmente nunca hubo cargas de caballería que pasaran a la historia.

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