He asistido a muchas
presentaciones de mis libros, tanto en el Archivo Histórico Pablo L. Martínez
como en Museo de Antropología, pero ninguna tan inesperada como la de anoche,
en que presenté mi nuevo libro Visión de
Sudcalifornia, en la primera de estas instituciones culturales. Y vaya que
estoy curado de espantos ante tantas presentaciones.
Cuando di a conocer mi libro Cancionero Popular Sudcaliforniano mi
nieta Tania Edith nos deleitó cantando melodías como Paraíso Oculto, Puerto de Ilusión y Pescadorcito de Perlas. En otra
ocasión que invité a mi buen amigo Francisco López Gutiérrez para que
presentara mi libro Pasado y Presente de
la Antigua California, llevó a cuatro alumnas de la Benemérita Escuela
Normal Urbana quienes leyeron crónicas de mi obra.
Pero lo de anoche fue muy
diferente y no tanto por el numeroso público que asistió a la presentación, o
de la calidad de Rosa María Mendoza y Martha Reyes quienes hablaron de mi
libro, sino más bien por lo que sucedió en el transcurso del acto.
Cuando llegué al Archivo
Histórico lugar donde se desarrollaría la presentación acompañado de mi esposa,
el recinto estaba a medio llenar —fue a las seis de la tarde— y poco a poco
llegaron los invitados. Eso sí noté que entre ellos estaba gran parte de mi
familia, tal como lo han hecho en otras ocasiones. Y ahí saludé a viejos amigos
y algunos no tan viejos, como Simón Óscar Mendoza, Ernesto Adams Ruiz, Jorge
Romero Zumaya, Francisco López, Víctor Ramos y Luis Domínguez Bareño. Y en
especial a Marco de Jesús Roldán quien hizo viaje especial desde San José del
Cabo a fin de estar conmigo en la presentación.
El evento se desarrollaba muy
bien. Rosa María y Martha se refirieron a mi vida como escritor y mi
inclinación por los temas sudcalifornianos, incluso Rosita leyó una de mis
crónicas que titulé Otras decepción más,
que hace alusión a utilizar el terminó Bajasur, en vez del nombre de nuestro
estado que es Baja California Sur. Y que fuera un maestro y un alumno
declamador los causantes de ese desacato.
Les decía que el acto iba muy
bien, hasta que de pronto, cuando medio terminaba la presentación, dos
bisnietos de siete años de edad, Romina y Damién se levantaron de sus asientos
y pasando al frente leyeron con voz modulada y clara dos fragmentos de los
artículos del libro. Lo inesperado causó sorpresa en el público presente y
después admiración al ver y escuchar a dos niños que con sus vocecillas
infantiles, rendían un tributo de amor a su bisabuelo. Y fue el primer golpe a
mi envejecido corazón.
Cuando terminaron de leer, otra
sorpresa. De pronto se levantaron de sus asientos todos mis bisnietos, no me
había dado cuenta que ahí estaban, y en avalancha se dirigieron hacia mí para
abrazarme a la par que me entregaban un hermoso ramo de flores. No son pocos,
pues entre todos llegan a veinte, aunque en esta ocasión fueron por los menos
doce, desde los más grandotes como Yatzel y Emmanuel hasta Nahomi y Frida
convertidas ya en dos hermosas señoritas. Y hasta la más pequeña, María Ana, a
la que tuve que tomarla en brazos para que me besara.
Pero eso no fue todo. Como me
quedé firmando libros me perdí de lo mejor y fue otra sorpresa. Resulta que mis
hijas y mis nietas, Sandra Luz, Virginia, Ana María, Martha Patricia, Tania
Edith y Sandra Gabriela se responsabilizaron del brindis y en una mesa
colocaron diversos bocadillos y vinos, entre ellos empanadas de frijol, dátiles
rellenos que queso, burritos de machaca, panecillos y, por supuesto botellas de
vino tinto regional y de damiana.
Cuando llegué a la mesa todavía alcancé
dátiles y un vaso de vino, ¡ah! y también una copita de damiana la que, por
causa extraña, le hicieron el feo. De la que se perdieron por aquello de sus efectos.
Pero el vino regional se acabó en un dos por tres. Ramón, mi yerno, que
adquirió esa bebida solo alcanzó a
decirme “pero yo sé en que tienda lo venden, por si se le ofrece”.
Ahora estoy en reposo después de
las emociones de anoche. Pero me doy tiempo para exclamar: “¡Qué familia tengo
y que buenos amigos me han brindado su amistad!” Para sorpresas no gana uno.
Febrero 16 de 2019
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