Vida y obra

Presentación del blog

A través de este blog, don Leonardo Reyes Silva ha puesto a disposición del público en general muchos de los trabajos publicados a lo largo de su vida. En estos textos se concentran años de investigación y dedicación a la historia y literatura de Baja California Sur. Mucho de este material es imposible encontrarlo en librerías.

De igual manera, nos entrega una serie de artículos (“A manera de crónica”), los cuales vieron la luz en diversos medios impresos. En ellos aborda temas muy variados: desde lo cotidiano, pasando por lo anecdótico y llegando a lo histórico.

No cabe duda que don Leonardo ha sido muy generoso en compartir su conocimiento sin más recompensa que la satisfacción de que muchos conozcan su región, y ahora, gracias a la tecnología, personas de todo el mundo podrán ver su trabajo.

Y es que para el profesor Reyes Silva el conocimiento de la historia y la literatura no siempre resulta atractivo aprenderlo del modo académico, pues muchas veces se presenta con un lenguaje especializado y erudito, apto para la comunidad científica, pero impenetrable para el ciudadano común.

Don Leonardo es un divulgador: resume, simplifica, selecciona una parte de la información con el fin de poner la ciencia al alcance del público. La historia divulgativa permite acercar al lector de una manera amigable y sencilla a los conocimientos que con rigor académico han sido obtenidos por la investigación histórica.

Enhorabuena por esta decisión tan acertada del ilustre maestro.

Gerardo Ceja García

Responsable del blog

lunes, 25 de febrero de 2019

Matrimonios dispares

Siempre se ha dicho que el matrimonio es la unión de un hombre y una mujer que por estar enamorados deciden unir sus vidas ante la ley y la iglesia. Desde luego toman en cuenta la afinidad de caracteres, los gustos y la manera cómo van a afrontar las obligaciones de cada uno. Además, contemplar el soporte para el sostenimiento del hogar.

Aunque como se repite el dicho de que “cuando hay amor con uno que coma basta”, lo cierto es que entre otras cosas, la solidez del matrimonio tiene relación estrecha con la situación económica de los consortes, o cuando menos el que se da a llamar “el jefe de la casa”. Aunque eso de jefe es un decir, pues es popular la expresión de un sufrido marido que expresó: “En la casa mando yo, pero se hace lo que mi mujer dice”.

Claro que hay matrimonios felices cuando no han tenido problemas de ninguna naturaleza, con el fuego inextinguible del amor entre los dos, que se trasmite a los hijos. Son los matrimonios que han respetado su sagrado vínculo y por eso pasan los años sin que nubarrones amenacen su felicidad. A ellos no podemos criticarlos so pena de cometer injusticias. En cambio otros…

Existen anécdotas de matrimonios dispares como aquel que después de una semana de haberlo contraído, el marido se presentó ante el juez para explicarle su deseo de anularlo. “¿Porqué —le preguntó el del Registro Civil— desea anularlo”. Y la respuesta llegó: “Es que cuando me casé mis lentes estaban mal graduados y ayer que me los corrigieron me di cuenta de lo fea que es mi mujer, y así no la quiero”. A lo cual el juez le contestó: “Pues te vas a tener que aguantar, es más para tu consuelo que los lentes te los dejen como antes estaban. Tu queja no justifica la anulación de tu matrimonio”.

Cosa contraria pasa cuando la mujer, al graduar sus lentes unos días después de casada, se dio cuenta de lo guapo que era su esposo. “Me saqué la lotería —exclamó— solo lamento no haberlos graduado antes, te hubiera dado el sí de inmediato”. Por eso es recomendable cuando se tienen defectos visuales, que corrijan sus lentes antes de contraer matrimonio, aunque muchos digan que el amor es ciego.

Esto último por hacer referencia a un célebre guerrillero de la Revolución Mexicana quien no distinguía entre bonitas o feas. Fue el caso de Francisco Villa que tuvo 19 esposas y a todas les cumplió; bueno, una por una. Cuenta la anécdota que además de valiente, audaz y sanguinario, era muy enamorado y a la ciudad o pueblo que llegaba con su ejército, bien porque las mujeres lo buscaban —por aquello de la fama— o él las procuraba, lo cierto es que luego luego les proponía matrimonio. Así tuvo esposas en Durango, Parral, Torreón, La Barca y otros lugares más del norte del país. Y de los hijos perdió la cuenta.

Tenía una manera muy singular al contraer matrimonio. Llegaba ante el juez del Registro Civil en uniforme y con pistola al cinto y le decía: “Vengo a casarme” y le señalaba a su futura esposa. Pero en una ocasión el juez lo reconoció por lo que lo interpeló, “Pero señor Villa usted ya vino en otra fecha anterior a hacer lo mismo, aquí tengo el libro de registros que lo comprueba”. De seguro el pretendiente no se acordaba pues pidió le mostrara la hoja del libro donde aparecía su nombre y el de su esposa. En efecto el juez tenía razón, pero como Villa era atrabancado y medio con un rápido ademán arrancó la hoja del registro, la arrugó y arrojó al suelo, mientras le ordenaba: “Ahora sí, cásenos”.

Bueno, pero los matrimonios dispares no solamente lo son por incompatibilidad de caracteres, sino también por diferencias físicas o temperamentales las que, justo es decirlo, no impiden una feliz y duradera vida conyugal. Muchos ejemplos existen de esas diferencias, como cuando se casa un hombre con una mujer extranjera o al revés; o bien una persona blanca con otra negra; un alto con una chaparra; una flaca con un gordo; un noble con una plebeya; un intelectual con una ignorante; un millonario con una pobre; una hermosa con uno feo.

Al respecto, la escritora argentina Olga Wornat, dice que no se explica como una mujer como Cristina Fernández se casó con Néstor Kirchner el que fue presidente de la Argentina. Ella, una mujer hermosísima, admirada por todos en la universidad y luchadora social; él “era feo, pero muy feo, flacucho, desgarbado y con lentes de vidrio grueso, vestido con una cazadora verde olivo que le llegaba a las rodillas”. Desde luego estas discrepancias eran comunes en las monarquías europeas, como el caso de Felipe III, rey de Francia, uno de los hombres más feos, con su nariz a lo pinocho y la cara larga de más. Pero por cuestiones políticas y de poder contrajo enlace con Eugenia, una de las mujeres más hermosas de España.

Casos como estos se dan en todas partes. Aquí en nuestro país tuvimos un presidente, Gustavo Díaz Ordaz, que no era un dechado de belleza: dientón, hocicón y miope, tuvo como amante a Irma Serrano, una belleza en su tiempo. Según ella lo llegó a querer porque en la intimidad era muy bueno y considerado. Aparte de que muy pródigo pues le hizo regalos muy costosos.


Y hablando del carácter y las diferencias físicas, un amigo las refería así: “Cuando me casé y con el paso de los años, me di cuenta lo distinto que éramos mi mujer y yo. Ella era güera y yo prieto; sus ojos eran verdes y los míos como capulines; siempre fui delgado y ella gorda; era muy resistente al frío y yo ninguna cobija me calentaba; del aseo personal se bañaba una o dos veces en el día, todo lo contrario de mí que respetaba el dicho «que nadie se muere por no bañarse»; era paciente y yo enojón, aunque a veces le salía lo leona; pero aún con estas diferencia hemos sido felices durante un titipuchal de años lo que me confirma que cuando hay amor lo demás sale sobrando”.

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