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Virrey Bernardo de Gálvez
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Uno de los personajes españoles que tuvo gran
influencia en la época colonial de la Baja California fue José de Gálvez, Visitador
del virreinato de la Nueva España. El rey Carlos III le dio ese nombramiento en
1765 con amplias facultades para corregir y hacer eficientes los aspectos
administrativos y hacendarios, y también para pacificar y colonizar la región
noroeste del país, incluyendo Sonora, Sinaloa, Chihuahua y las dos Californias,
la Baja y la Alta.
A mediados de 1765, el buque
Jasón navegaba con rumbo a Veracruz. Lo acompañaba un numeroso séquito, entre
los que se encontraba un sobrino, hijo de su hermano Matías. Con el paso de los
años, a este pariente al que le brindó toda su protección llegó a ser virrey
interino de la Nueva España.
En el año de 1767, respaldado
por el virrey Teodoro de Croix, puso en ejecución el destierro de los
misioneros jesuitas de las colonias españolas. La orden afectó también a los
religiosos establecidos en la Baja California quienes abandonaron la península
al año siguiente. Fue también en ese año de 1768 cuando Gálvez llegó a la
península a fin de llevar a cabo la organización del gobierno a fin de mejorar
su economía y el desarrollo de la población. También cumplir con el encargo del
rey de poblar la región de la Alta California amenazada por países extranjeros.
Después de permanecer seis meses teniendo como base de operaciones el real de
Santa Ana, regresó a la capital, con el fin de iniciar nuevas acciones.
Después de su regreso de
California, en ese mismo año de 1768, José de Gálvez inició su campaña en
Sonora con el fin de someter a las tribus indígenas. No obstante que contaba
con una fuerza militar de mil hombres no le fue posible dominarlos y por más que
hizo de pacificarlos no le fue posible. Quizá por ello fue que se enfermó y
comenzó a tener alucinaciones. Sus desvaríos fueron tales que su sobrino de
guarnición en ese entonces en Chihuahua fue por él y se lo llevó a México. Con
el cambio de ambiente recobró la cordura recobrando el apoyo y la confianza del
virrey de Croix.
Gálvez regresó a España en 1772
y dos años después al ganarse la confianza y reconocimiento del rey Carlos III,
éste le dio el cargo de Ministro de Indias, un puesto de gran poder político,
lo que le permitió ayudar a su familia en especial a su hermano Matías, quien
llegó a ser virrey de la Nueva España. Y también a su sobrino Bernardo, hijo de
Matías al que protegió en toda su carrera militar. La historia de este
personaje es interesante.
Después de prestar su servicio
en Chihuahua regresó a España participando en varias acciones militares y en
1775 el rey lo nombró Comandante militar de la Luisiana, una colonia en los
Estados Unidos que pertenecía a España. En esos años ya se habían establecido
las trece colonias norteamericanas dependientes de Inglaterra y había
movimientos rebeldes para independizarse de ella. Bernardo simpatizaba con esa
causa y de manera furtiva les proporcionaba armas, parque y alimentos.
Cuando el gobernador de
Luisiana, Luis de Unzaga fue destinado a la Capitanía General de Venezuela, el
rey dejó como interino a Bernardo y fue en esos años cuando Carlos III autorizó
la guerra en contra de las fuerzas inglesas. La preparación del ejército se
hizo en la Habana y por medio de una flota de numerosos barcos salieron para
apoderarse del puerto de Pansacola, principal reducto de las fuerzas inglesas.
Los ingleses habían fortificado
con cañones la entrada de la bahía de tal forma que era imposible que los
barcos llegaran al puerto. Sin embargo, Bernardo se dio cuenta que los cañones
apuntaban muy alto, por lo que se podía entrar sin peligro. Lo hizo del
conocimiento del almirante de la flota pero este se negó aduciendo una posible
derrota. Ante la negativa y para demostrar la seguridad de su plan, Gálvez tomó
la decisión de internarse a bordo del Galveston, el bergantín insignia e izando
la bandera española se internó en el estrecho bajo el fuego enemigo. Pero tenía
razón pues los proyectiles pasaron por arriba y eso dio pauta para que el resto
de los navíos se internaran haciendo fuego contra las defensas inglesas.
Después de casi dos meses de combate lograron apoderarse del puerto.
Con ese gran triunfo militar, el
rey lo felicitó a la par que le daba el grado de teniente general, el grado más
alto en el ejército español. Dos años más tarde realizó otra campaña con el
objeto de liberar a la isla de Jamaica del dominio inglés. Con los triunfos
obtenidos, Carlos III lo nombró gobernador de la Luisiana y Florida, además de
que le otorgó el título de Conde de Gálvez, un honor para un descendiente de
plebeyos.
En tanto, en la ciudad de
México, el virrey Matías de Gálvez había muerto después de una enfermedad que
se caracterizó por calenturas, vómitos amarillos y verdes, náuseas y un sabor
amargo en la boca. Se creyó en la posibilidad de que había sido envenenado. Su
deceso fue a finales de 1784. Bernardo se enteró de su muerte estando en la
Habana y porque recibió una carta del rey nombrándolo su sustituto. Resignado
por la muerte de su padre, a mediados de 1785 llegó a México en su calidad de
Virrey de la Nueva España.
Bernardo de Gálvez fue un
gobernante apreciado por el pueblo por sus acciones en su beneficio. Dentro de
las obras materiales introdujo el alumbrado público y continuó la construcción
del Castillo de Chapultepec. Pero no obstante su preocupación por mejorar la
vida de los habitantes de la Nueva España, fue acusado ante el rey de pretender
independizar el virreinato del dominio español, aunque era completamente
inocente. Quizá fue por ello que personas intrigantes tramaron quitarlo de en
medio y no hallaron otra forma que envenenarlo. Al menos cuando enfermó,
presentó los mismos síntomas que acabaron con su padre. Cuando murió, el 30 de
noviembre de 1786, sus restos fueron trasladados al panteón de San Fernando,
para que reposara al lado de su padre.
Por su parte su tío José de
Gálvez perdió la confianza del rey, pues creyó la intriga del movimiento de independencia
de la Nueva España. Destituido de sus cargos, acusado también de nepotismo pues
dada su influencia ante el rey logró puestos y prebendas para su familia, se
retiró a la vida privada muriendo en la ciudad de Aranjuez en 1787.
Lo raro fue que su enfermedad presentó los
mismos síntomas que su hermano Matías y su sobrino Bernardo, por lo que se
supuso que todos habían sido envenenados por orden del rey Carlos III, una
medida muy en boga en esa época para quitarse los enemigos de en medio.
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