Carlos Lazcano, un genuino enamorado de nuestra
tierra, escribió recientemente un artículo donde asevera que un sector
importante de los bajacalifornianos no ama al planeta tierra ni a Baja
California. Y esto con motivo de las carreras fuera de camino que se realizan
cada año.
Dice que ya son más de cincuenta las carreras de este
tipo las realizadas en el estado de Baja California y que el cáncer se está
extendiendo a nuestro estado con la “Baja 500” y la “Baja mil”. Y todo esto
bajo el aplauso de todo tipo de autoridades, pero sobre todo de un amplio
público que no destaca por su amor y respeto hacia la naturaleza.
La justificación desde luego es la atracción turística
y la dizque derrama económica, aunque ninguna de estas dos le importe el daño
ambiental que ocasionan. No es poca cosa: degradación de la tierra, extinción
de especies animales, destrucción de la flora, contaminación del subsuelo,
destrucción de hábitats.
Baja California es una de la regiones naturales más
hermosas y conservadas del mundo. Amar a Baja California y su naturaleza—dice
Carlos—es conocerla y respetarla; es saber acerca de la flora y la fauna que la
habita; es saber sobre su geografía y su geología, es conocer sus mares y sus
desiertos. Es conocer la historia, los hombres y los ideales que la formaron.
Ve tu entorno, el mar, el desierto, el bosque y reflexiona sobre todo el tiempo
que le llevó a la naturaleza forjar todo esto que hoy podemos disfrutar.
Pero lo más importante—afirma Carlos—todo lo anterior
nos da vida, nos da servicios ambientales incalculables: Las plantas nos dan
oxígeno, el cielo y los bosques y el mar permiten la lluvia, la tierra guarda y
conduce el agua que consumimos. ¿Y tú le aplaudes a esas personas que conducen
las máquinas destruyendo el medio natural? Y Carlos termina diciendo: Las
carreras fuera de camino son un atentado que afecta gravemente a los seres
humanos; cada carrera, cada vehículo participante es una agresión a la tierra y
a la naturaleza.
Carlos Lazcano Sahagún conoce bien la Baja California.
La ha recorrido a pie siguiendo los caminos de los antiguos misioneros. En su
búsqueda incansable de los misterios de la península ha descubierto pinturas
rupestres en lo más recóndito de las sierras, y ha convivido con rancheros y
sus formas de vida. No es un improvisado puesto que por su profesión de geólogo
y sus descubrimientos es reconocido a nivel nacional.
Además, su interés por la historia bajacaliforniana se
acrecienta cada día. Tiene en su haber varios libros entre los que destacan El
descubrimiento de California, Más allá de la Antigua California, La Bahía de
Santa Cruz y Fernando Consag, textos y testimonios. Y por otro lado escribe
artículos de opinión en el diario El Vigía de Ensenada.
Su defensa de la naturaleza debe contar con el
respaldo de todos los que habitamos esta región de México. Sobre todo por las
constantes amenazas de los grupos transnacionales en su afán de establecer
minas a cielo abierto y los megaproyectos turísticos. Aunque grupos valientes
de la sociedad civil, entre ellos Agua vale más que oro, están enfrentando a
los invasores de los ranchos del sur del estado, es necesario que todos nos
sumemos porque de ello depende la conservación de la naturaleza y, desde luego,
de la sobrevivencia de las futuras generaciones.
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