Vida y obra

Presentación del blog

A través de este blog, don Leonardo Reyes Silva ha puesto a disposición del público en general muchos de los trabajos publicados a lo largo de su vida. En estos textos se concentran años de investigación y dedicación a la historia y literatura de Baja California Sur. Mucho de este material es imposible encontrarlo en librerías.

De igual manera, nos entrega una serie de artículos (“A manera de crónica”), los cuales vieron la luz en diversos medios impresos. En ellos aborda temas muy variados: desde lo cotidiano, pasando por lo anecdótico y llegando a lo histórico.

No cabe duda que don Leonardo ha sido muy generoso en compartir su conocimiento sin más recompensa que la satisfacción de que muchos conozcan su región, y ahora, gracias a la tecnología, personas de todo el mundo podrán ver su trabajo.

Y es que para el profesor Reyes Silva el conocimiento de la historia y la literatura no siempre resulta atractivo aprenderlo del modo académico, pues muchas veces se presenta con un lenguaje especializado y erudito, apto para la comunidad científica, pero impenetrable para el ciudadano común.

Don Leonardo es un divulgador: resume, simplifica, selecciona una parte de la información con el fin de poner la ciencia al alcance del público. La historia divulgativa permite acercar al lector de una manera amigable y sencilla a los conocimientos que con rigor académico han sido obtenidos por la investigación histórica.

Enhorabuena por esta decisión tan acertada del ilustre maestro.

Gerardo Ceja García

Responsable del blog

miércoles, 2 de septiembre de 2020

CANSADO DE VIVIR

 Tal vez a muchos lectores el título les parecerá fuera de lo común, ya que por lo general se opone a otras frases como “La alegría de vivir” “Mientras haya vida hay que gozarla” o bien “La dulce vida”. Y por supuesto la que es propia del ser humano: “Mientras haya vida hay esperanza”.

Pero eso de expresar el cansancio de la vida supone un sinfín de calamidades que van desde los fracasos y humillaciones hasta las enfermedades terminales o las tragedias familiares. Aunque, por otro lado, están las personas mayores de edad, quienes a través de los años han sobrevivido y por el declive propio de su organismo piensan que es mejor morir que seguir viviendo.

También a ello se suma la pérdida de un ser querido, como la esposa o los hijos, dejando en la soledad, en el desamparo, originando la determinación de dejar este mundo para estar con ellos. Sin embargo ese propósito tiene en realidad una justificación: el cansancio de la vida se da preferentemente en aquellas personas que han logrado conservar su existencia por largos años tanto, que el mismo desgaste físico y mental no les ofrece otra alternativa.

Muchos aferrados a la vida casi siempre con ayuda familiar, se someten a los síntomas de la invalidez usando auxiliares de ayuda como los bastones, las sillas de ruedas o las muletas. Claro, que existir así es decisión de cada quien.

Pero lo cierto —sin alusión a las creencias religiosas— es que la mayoría de los que llegan, llegamos, a la ancianidad, sabemos que la muerte ronda arriba de nuestra cabecera. Y es natural dado que el ciclo biológico del ser humano es nacer, vivir y morir. Claro, para todos entre más tarde llega la calaca es mejor.

Muchos ejemplos existen de este postrer deseo. Son por lo general científicos en busca de descubrimientos benéficos a la humanidad; los políticos afanados en el mejoramiento de sus países; los intelectuales como los escritores que dejan sus huellas en las ciencias sociales y en la literatura. Así fueron, por ejemplo, Pasteur, Adam Smith, Jorge Luis Borges, Gabriel García Márquez, Octavio Paz y Elena Poniatowska.

Y el deseo de seguir viviendo lo expresó Borges en un poema en varios de sus versos:

Si pudiera vivir nuevamente mi vida

en la próxima trataría de cometer más errores,

no intentaría ser tan perfecto, me relajaría más,

sería más tonto de lo que he sido, de hecho

tomaría muy pocas cosas con seriedad.

Pero ya tengo 85 años y me estoy muriendo.

 La sobada frase de “Misión cumplida” justifica el deseo de morir por cansancio de la vida. Por qué no hay más allá cuando los años se amontonan y no sabemos qué hacer con los venideros agotados los impulsos de los tiempos anteriores.

Y cuando se han dejado como herencia una familia, un prestigio y el reconocimiento de los demás, pues es natural que se piense en el deber cumplido y acepte el final de su existencia. Al menos así lo creo, pues en mi caso, con 89 años de edad , dejar atrás a una familia numerosa y muchos años de trabajo en el magisterio y en la burocracia, además de satisfacer mi vocación de escritor creo, en verdad, que estoy cansado de la vida y espero, ahora que Cande mi querida y entrañable esposa ha muerto, que lo mejor es abandonar este mundo, sabiendo que mi cuerpo y mi espíritu descansarán a un lado de su tumba y a un costado de nuestro hijo Guillermo.

Pero, ¿Cómo acabar con mi vida? Fernando Savater dice que hay muchas formas de dejar esta vida y que nadie está en la obligación de seguir vivo si no quiere. Dice que “no debemos quejarnos excesivamente de la vida porque estamos en ella porque queremos”.

En una crónica anterior exclamé “Si yo muero, ¿Quién podrá recordar como yo a mi esposa ausente? Quizá por eso quiero seguir viviendo porque estando vivo la recordaré por siempre. Pero fuera de eso, la vida y el cansancio limitarán mis deseos y sólo la muerte impedirá que siga lamentando su ausencia. Bueno, mientras eso no suceda, mis escritos sean un homenaje para ella.

Septiembre 02 de 2020.

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