Vida y obra

Presentación del blog

A través de este blog, don Leonardo Reyes Silva ha puesto a disposición del público en general muchos de los trabajos publicados a lo largo de su vida. En estos textos se concentran años de investigación y dedicación a la historia y literatura de Baja California Sur. Mucho de este material es imposible encontrarlo en librerías.

De igual manera, nos entrega una serie de artículos (“A manera de crónica”), los cuales vieron la luz en diversos medios impresos. En ellos aborda temas muy variados: desde lo cotidiano, pasando por lo anecdótico y llegando a lo histórico.

No cabe duda que don Leonardo ha sido muy generoso en compartir su conocimiento sin más recompensa que la satisfacción de que muchos conozcan su región, y ahora, gracias a la tecnología, personas de todo el mundo podrán ver su trabajo.

Y es que para el profesor Reyes Silva el conocimiento de la historia y la literatura no siempre resulta atractivo aprenderlo del modo académico, pues muchas veces se presenta con un lenguaje especializado y erudito, apto para la comunidad científica, pero impenetrable para el ciudadano común.

Don Leonardo es un divulgador: resume, simplifica, selecciona una parte de la información con el fin de poner la ciencia al alcance del público. La historia divulgativa permite acercar al lector de una manera amigable y sencilla a los conocimientos que con rigor académico han sido obtenidos por la investigación histórica.

Enhorabuena por esta decisión tan acertada del ilustre maestro.

Gerardo Ceja García

Responsable del blog

lunes, 14 de septiembre de 2020

Un libro de noventa años

Un libro de la historia de México también fue su cumpleaños este 2020. Es un texto que escribió el maestro Gregorio Torres Quintero en 1930 al que le dio el título de La Patria Mexicana, dedicada a los niños del tercer ciclo de enseñanza primaria. Lo editó Herrero Hermanos Sucesores, de la ciudad de México en esa fecha.

Este libro, resguardado celosamente en mi biblioteca, tiene una historia interesante. En 1935, en mayo para ser exactos, lo compró mi padre cuando estaba destacamentado en la ciudad de Tecate, en el distrito norte de la Baja California. Lo sé porque en una de sus páginas está su firma y la fecha de su adquisición.

Mi padre, como militar anduvo de la ceca a la meca. Después de permanecer varios años en Santa Rosalía —lugar donde por cierto nací en el año de 1930— estuvo en Tecate, Culiacán, Mazatlán y por último en La Paz, lugar donde se retiró del servicio activo de las armas. Y en todos estos lugares, con excepción de Santa Rosalía, el libro de marras lo acompañó.

Cuando terminé la carrera de profesor de educación primaria en 1950, mi padre me dio como regalo el libro, por cierto en buen estado de conservación. Lo leí y lo sigo leyendo por dos razones principales: es un buen recuerdo de él y razón de mi afición por conocer la historia de México. Quien conoce el libro sabe que es un texto magnífico, didáctico, que resume en breves lecciones con abundantes imágenes el acontecer nacional, desde los indios y su civilización hasta el término de la dictadura del general Porfirio Díaz. Contiene 498 páginas incluyendo el índice.

Algunos se preguntarán ¿quién fue Gregorio Torres Quintero? ¿Por qué escribió ese texto para los niños? La respuesta, al menos para los profesores en servicio, es que Torres Quintero ejerció la docencia durante gran parte de su vida. Originario de la ciudad de Colima —1866— inició su profesión de maestro a los 17 años de edad. Formó parte de los brillantes educadores mexicanos del siglo XIX, como Enrique Rébsamen, Carlos A. Carrillo y Justo Sierra.

Los viejos maestros lo conocimos porque fue el creador del Método Onomatopéyico que sirvió para enseñar la lectura-escritura a los alumnos del primer grado. En mi caso, lo utilicé en mis dos primeros años como maestro en el poblado Sebastián Allende del Valle de Santo Domingo.
Torres Quintero fue un notable pedagogo, además de ser historiador y poeta. Fue el creador de la Ley de Instrucción Pública y crítico incansable de los libros de texto como sustituto del maestro, porque siempre creyó que la imagen del docente era fundamental en la tarea educativa.

Bueno, pero regresando al libro que este año cumple 90 años de haberse publicado, hoy lo consulté con motivo del aniversario de la batalla contra los invasores norteamericanos en el Castillo de Chapultepec, y la valiente participación de los cadetes, quienes ofrecieron su vida defendiendo la soberanía de nuestro país.

El 13 de septiembre de 1847, fecha en que murieron los niños héroes, es recordada y de ella hace mención el libro del ilustre educador. Además de las imágenes de los cadetes incluye la estrofa de un poema de Amado Nervo que dice:

Como renuevos, cuyos aliños

un viento helado marchita en flor,

así cayeron los héroes niños

ante las balas del invasor.

En uno de los chubascos del siglo pasado, mi modesta casa se goteo y varios libros se mojaron, entre ellos La Patria Mexicana. Por esta causa está deteriorado —de por sí por el tiempo transcurrido— con la imagen de la tapa semiborrada, algunas páginas rotas y muchas quebradizas, pero aun así lo conservo ya que tiene la firma de mi padre, Agustín Reyes Castellanos. Su herencia me convirtió en un enamorado de la historia de nuestro país, historia que ha transmutado a la historia de Baja California, de la cual soy un divulgador persistente.

Recuerdos de un padre, de un libro y de los niños héroes de Chapultepec.


14 de septiembre de 2020.

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