Vida y obra

Presentación del blog

A través de este blog, don Leonardo Reyes Silva ha puesto a disposición del público en general muchos de los trabajos publicados a lo largo de su vida. En estos textos se concentran años de investigación y dedicación a la historia y literatura de Baja California Sur. Mucho de este material es imposible encontrarlo en librerías.

De igual manera, nos entrega una serie de artículos (“A manera de crónica”), los cuales vieron la luz en diversos medios impresos. En ellos aborda temas muy variados: desde lo cotidiano, pasando por lo anecdótico y llegando a lo histórico.

No cabe duda que don Leonardo ha sido muy generoso en compartir su conocimiento sin más recompensa que la satisfacción de que muchos conozcan su región, y ahora, gracias a la tecnología, personas de todo el mundo podrán ver su trabajo.

Y es que para el profesor Reyes Silva el conocimiento de la historia y la literatura no siempre resulta atractivo aprenderlo del modo académico, pues muchas veces se presenta con un lenguaje especializado y erudito, apto para la comunidad científica, pero impenetrable para el ciudadano común.

Don Leonardo es un divulgador: resume, simplifica, selecciona una parte de la información con el fin de poner la ciencia al alcance del público. La historia divulgativa permite acercar al lector de una manera amigable y sencilla a los conocimientos que con rigor académico han sido obtenidos por la investigación histórica.

Enhorabuena por esta decisión tan acertada del ilustre maestro.

Gerardo Ceja García

Responsable del blog

domingo, 13 de septiembre de 2020

LOS 90 Y EL DUELO

 Este día, después de transitar por los vericuetos de la vida, llegué a los noventa años. Se dice fácil, pero atrás han quedado demasiadas vivencias, unas buenas y otras malas, las cuales han regido en ese largo tiempo mi existencia.

De hecho es un cumpleaños que tiene sus bemoles porque ¿a esta edad se continúan teniendo ambiciones, esperanzas?, ¿la decrepitud propia de la edad no imposibilitan los deseos, la euforia o las promesas que son propias de la juventud y la adultez?, ¿continuar viviendo con ayuda de los demás con medicamentos para los diversos males que afectan nuestro organismo?

A mi edad, vivir solo tiene un objetivo; vivir para los demás, es decir, que propios y extraños sepan de la presencia de un amigo o un ser querido el cual, durante muchos años, formó parte de sus amistades y unió, con lazos de amor entrañable a una familia.

Ese es mi caso, fuera de ello no hay más expectativa que esperar resignado a que la parca acabe con esta vida, al cabo que los años transcurridos bastan para decir adiós a este mundo. Pero no se equivoquen, tampoco voy a invocar a la muerte como deseo inevitable, dado que si mi vida se alarga otros años más, seguiré pensando lo mismo porque ese es el destino de todo ser humano. Aunque no dejo de pensar en la gran oportunidad que me dio la vida para realizar mis sueños, formar una familia de bien y dejar a la posteridad el recuerdo de mi nombre.

Nomás que este cumpleaños no fue como lo esperaba. Aparte de protegernos de los contagios del Covid-19, de la desaparición de miles de mexicanos por esta terrible enfermedad, una desgracia familiar sucedió hace tres meses: el fallecimiento de mi esposa motivado por una falla de su corazón.

Así es que, con el duelo originado por su partida, la celebración se contrajo a una comida ofrecida a nuestros familiares. Eso nomás, y las felicitaciones personales y de las amigas y amigos por medio del teléfono y del internet. Desde luego, no fue una reunión como las anteriores, pues todos estábamos conscientes de la falta de la madre y abuela, quien con su presencia resaltaba este festejo.

Sandra Luz, una de mis hijas, me dejó un recado el cual entre otras cosas me decía: “Papá, hoy, sólo por hoy, quítate el caparazón y cuélgalo en el clóset, probablemente te sientas mejor”. Al lado de este mensaje encontré un libro como regalo de la escritora Lucy Oliva titulado “Aceptar no es olvidar”. En la dedicatoria, la autora se dirige a las personas que han perdido a un ser querido y lo dice así: “A ti que estás sufriendo este dolor que te impide vivir plenamente… dejes de sufrir y disfrutes de su recuerdo”.

No he comenzado a leer el libro, pero me intrigó la frase “disfrutar de su recuerdo”. Según parece, experimentar bienestar, alegría o felicidad son suficientes para alejar el dolor o el sufrimiento causados por un caso como el mío. Pienso que se opone al disfrute la permanencia del recuerdo. Entre ambos términos está el duelo que a veces suele durar años en desaparecer. Como bien lo confiesa Savater al referirse a su esposa: “Porque créanme que la lloro todos los días, desde que murió hace increíblemente más de cuatro años, no he pasado ni una hora sin recordarla, ni un solo día sin derramar lágrimas por ella”

Y es por eso que el duelo es una pérdida que debe afrontarse y vivirse, aunque muchos, sobre todo los médicos, no comprenden el poder terapéutico que el duelo significa como si la nostalgia —dice el autor de la “Morada infinita”, Arnoldo Krauz— fuese dañina, como si la tristeza no sirviese, como si la melancolía fuese contraproducente. Como si el duelo no tuviera razón de ser”.

Hoy, ante la presencia de gran parte de la familia y con las precauciones necesarias ante la peligrosidad de la pandemia, por momentos sentí que mi esposa estaba con nosotros, disfrutando de la alegría por mi cumpleaños. Y es que no obstante el tiempo transcurrido, ella está conmigo como una sombra bienhechora que alienta mi angustiado corazón.

Y eso también me motiva a recordarla a través de mis artículos enviados a mi estimado amigo Gerardo Ceja García, quien los incluye en su blog. Me justifico al transcribir la opinión de un excelente escritor y periodista que dice: “Escribir siempre ha sido terapéutico. Desglosar lo desconocido o al menos intentarlo, es benéfico. Poco importa si tras las palabras iniciales se acumulan más y más dudas. Dudar es privilegio humano. Se escribe para uno, se trazan palabras para mitigar la neurosis, se escribe para aceptar la realidad y saber cómo y quién es uno. Escribir es un devenir y cuando se escribe sobre la muerte, se hace para entender como es la vida”.


12 de septiembre de 2020.

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