Vida y obra

Presentación del blog

A través de este blog, don Leonardo Reyes Silva ha puesto a disposición del público en general muchos de los trabajos publicados a lo largo de su vida. En estos textos se concentran años de investigación y dedicación a la historia y literatura de Baja California Sur. Mucho de este material es imposible encontrarlo en librerías.

De igual manera, nos entrega una serie de artículos (“A manera de crónica”), los cuales vieron la luz en diversos medios impresos. En ellos aborda temas muy variados: desde lo cotidiano, pasando por lo anecdótico y llegando a lo histórico.

No cabe duda que don Leonardo ha sido muy generoso en compartir su conocimiento sin más recompensa que la satisfacción de que muchos conozcan su región, y ahora, gracias a la tecnología, personas de todo el mundo podrán ver su trabajo.

Y es que para el profesor Reyes Silva el conocimiento de la historia y la literatura no siempre resulta atractivo aprenderlo del modo académico, pues muchas veces se presenta con un lenguaje especializado y erudito, apto para la comunidad científica, pero impenetrable para el ciudadano común.

Don Leonardo es un divulgador: resume, simplifica, selecciona una parte de la información con el fin de poner la ciencia al alcance del público. La historia divulgativa permite acercar al lector de una manera amigable y sencilla a los conocimientos que con rigor académico han sido obtenidos por la investigación histórica.

Enhorabuena por esta decisión tan acertada del ilustre maestro.

Gerardo Ceja García

Responsable del blog

miércoles, 9 de septiembre de 2020

CARTA A LA AUSENTE

 Ayer, amor, se cumplieron tres meses de tu ausencia. Nuestros hijos participaron en una misa a tu memoria que tuvo lugar en la catedral de Nuestra Señora de La Paz aunque, claro, en transmisión en vivo por motivo de la pandemia del Covid—19. Aquí estuvieron presentes Viky, Ana María, Chumy y a ratos Juan quien había llegado por la mañana a visitarme.

Al escuchar la misa, mis recuerdos volaron cuando los domingos me decías: “Ahorita vengo, voy a la capilla de María Auxiliadora, es la hora de la misa”. Y tomabas tu bastón y recorrías cuadra y media para llegar a la iglesia. Y es que siempre estuviste apegada a la fe cristiana. Lo demostrabas en nuestro hogar donde colocaste una virgen de Guadalupe en la sala, lo mismo en nuestra recámara con imágenes de santos, especialmente el Santo Niño de Atocha. Y guardabas con celo tus rosarios y los libros de oraciones.

Recordé cuando visitamos varias ciudades del estado y del país, recorriendo las iglesias y las catedrales dándome cuenta de la alegría y la devoción que ello significaba para ti. Te acompañaba con gusto, aunque sabías que no era muy afecto a estas manifestaciones religiosas. Ahora que ya no estás conmigo, será difícil que entre a un templo porque ir sólo, sin tu compañía, no me produce ninguna necesidad anímica.

Hoy, en la mañana, Viky me preguntó mis deseos para festejar mis 90 años de vida el próximo 12 de este mes de septiembre. “¿Qué se te antoja: mole, carne asada, pozole, menudo o sopa de mariscos?”. Mi respuesta la desilusionó cuando le respondí que no quería ninguna clase de agasajo, solamente la comida de siempre que ella prepara cada día.

Le expliqué ante su desencanto, que no podía convivir con la familia pues mi estado de ánimo y de sufrimiento me impedía estar con ellos. Y al no participar de su alegría era mejor dejar trascurrir mi cumpleaños como una fecha cualquiera. Así es que hemos dejado pendiente este asunto.

Lo cierto es que trato de superar este sufrimiento que me agobia día tras día. Por eso, cuando me visitan mis hijos o Martha y Carlos, trato de congeniar con su amabilidad hablando de las cosas cotidianas, de la pandemia, de la situación política y económica de nuestro país. Es como una terapia, ya que me hace olvidar momentáneamente que ya no estás con nosotros, Pero después de su despedida, llega de nueva cuenta a mi conciencia tu recuerdo y entonces la angustia y la desolación hacen presa de mí.

Por eso, ¿para qué festejar mi cumpleaños? Si muchas veces dijimos que lo celebraríamos, los dos viejos enamorados, tomados de las manos y la alegría reflejada en nuestros rostros. Pero eso ya no es posible porque tú no estás a mi lado, como lo habíamos soñado.

Son ya tres meses que han pasado y mi depresión no cede. Sé que este malestar, si continúa, es peligroso para mi salud y puede orillarme a decisiones graves. Y hago esfuerzos por librarme de ese tormento lo más pronto posible, aunque al lograrlo temo olvidarme de ti, alejarme de lo que fuiste en mi vida, de tu voz, de tu sonrisa de tu mirada, de tu amor.

Y recordarás que juntos íbamos a festejar también tu cumpleaños el próximo 20 de octubre, cuando cumplieras 82 años. Ahora ni lo uno ni lo otro.

Ese día tan solo habrá un ramillete de flores de tu jardín depositado sobre tu tumba, regada con las lágrimas de tu esposo y tus hijos. Ni modo, ese es el amargo camino marcado por el destino, sin poder oponernos. Mientras tanto el sufrimiento continúa y se refleja dolorosamente hasta que algo inesperado acabe con él.

Pero ya lo dije en ocasión anterior, debo dejar de sufrir al comprender que estás a mi lado, que jamás me has abandonado, que tu inmanente presencia alegrará los días o los años que me quedan de vida y así, sin importar los tiempos transcurridos, llegaremos al final unidos para siempre.

Septiembre 09 de 2020.

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