Vida y obra

Presentación del blog

A través de este blog, don Leonardo Reyes Silva ha puesto a disposición del público en general muchos de los trabajos publicados a lo largo de su vida. En estos textos se concentran años de investigación y dedicación a la historia y literatura de Baja California Sur. Mucho de este material es imposible encontrarlo en librerías.

De igual manera, nos entrega una serie de artículos (“A manera de crónica”), los cuales vieron la luz en diversos medios impresos. En ellos aborda temas muy variados: desde lo cotidiano, pasando por lo anecdótico y llegando a lo histórico.

No cabe duda que don Leonardo ha sido muy generoso en compartir su conocimiento sin más recompensa que la satisfacción de que muchos conozcan su región, y ahora, gracias a la tecnología, personas de todo el mundo podrán ver su trabajo.

Y es que para el profesor Reyes Silva el conocimiento de la historia y la literatura no siempre resulta atractivo aprenderlo del modo académico, pues muchas veces se presenta con un lenguaje especializado y erudito, apto para la comunidad científica, pero impenetrable para el ciudadano común.

Don Leonardo es un divulgador: resume, simplifica, selecciona una parte de la información con el fin de poner la ciencia al alcance del público. La historia divulgativa permite acercar al lector de una manera amigable y sencilla a los conocimientos que con rigor académico han sido obtenidos por la investigación histórica.

Enhorabuena por esta decisión tan acertada del ilustre maestro.

Gerardo Ceja García

Responsable del blog

sábado, 8 de mayo de 2021

UNA EXPERIENCIA EN COMUNICACIÓN

 La invitación me sorprendió: “¿Abuelito, aceptas dar una conferencia el 3 de mayo con motivo de la fundación de La Paz?” La pregunta me la hizo Martha quien trabaja en el CIBNOR y es la responsable de PACE (Programa de Acercamiento a la Ciencia y la Educación). De pronto acepté sin pensar que la charla, no conferencia, se daría bajo la modalidad de la comunicación a distancia debido a los riesgos de la pandemia.

Acostumbrado a disertar sobre temas históricos y literarios en los que están presentes personas interesadas incluyendo parte de mi familia, dudé en poder hacerlo frente a una pantalla de una computadora mirando el vacío, sin saber si mis palabras iban a causar la atención de un supuesto público invisible.

Cierto, había participado como oyente de disertaciones por ese medio y aprendí mal que bien a conectarme utilizando el Zoom o el Facebook. O bien a través de la televisión cuando analistas políticos hacen mención de problemas que tienen que ver con las difíciles situaciones que vive nuestro país y que se reflejan en la calidad de vida de los mexicanos.

Algunos comentaristas que tienen ya tiempo en este sistema de la comunicación a distancia, actúan con naturalidad tanto que, además de sus análisis, dan oportunidad para que los oyentes hagan preguntas relacionadas con los temas expuestos. Así lo hacen Carlos Loret de Mola, Ángel Verdugo o Ricardo Alemán.

Además, con esto de la peligrosidad de la pandemia, la enseñanza por este medio se ha vuelto común en todos los niveles educativos. Ahora los niños en edad escolar saben manejar las computadoras, las laptop y los celulares, y a través de estas herramientas reciben las lecciones impartidas por los maestros, en horarios fijos.

Cuando le confesé a Martha mi preocupación por ser expositor con este nuevo sistema dado que jamás lo había intentado, me aseguró que no ofrecía ninguna dificultad y que ella se encargaría de todo el procedimiento. Y es que mi compromiso era en serio, porque la charla correría bajo la responsabilidad del CIBNOR a través del Consejo Sudcaliforniano de Ciencia y Tecnología dirigido por la doctora en ciencias Sara Cecilia Díaz Castro, el Programa de Acercamiento de la Ciencia a la Educación cuya titular es la doctora en ciencias Martha C. Reyes Becerril y el Programa de Divulgación de la Ciencia a cargo de la maestra Cinthya Castro Iglesias.

A las 6.00 p. m. llegó la hora de la verdad. Unos minutos antes hicieron los preparativos. Me sentaron frente a una pantalla de computadora, me coloqué a una distancia conveniente, checaron el tono y la fuerza de mi voz y Cinthya, en su papel de entrevistadora, me hizo observaciones respecto a las preguntas y el tiempo disponible para contestarlas. Y mientras yo pensaba “en buenas me he metido ahora solo falta que haga el ridículo y que una cortina mental dé al traste con la charla”.

Afortunadamente nada de eso sucedió. Al principio estuve titubeante, pero con el paso de los minutos mi cerebro me ayudó y la exposición resulto mejor de lo esperado. Al menos así me lo hicieron saber después de una hora de exposición. Lamenté tan solo no haber tenido la oportunidad de agradecer a los organizadores del evento la deferencia que tuvieron conmigo.

Posteriormente mi nieta Martha me platicó de algunas personas que escucharon la charla como Mario Monteforte, Eligio Moisés Coronado, Domingo Castro Burgoin, Sealtiel Enciso, Leticia Garriga, mis hijas Sandra y Virginia y otras más que por falta de espacio no puedo mencionar. Lo que sí me alegró fue la felicitación de la doctora Díaz Castro y la entrega de un reconocimiento firmado por ella, por la doctora Reyes Becerril y de Cinthya Castro. Un documento de los más importantes que he colocado en un lugar especial de mi biblioteca.

Respecto a la plática referente a la fundación de La Paz recordé los viajes de los primeros españoles que llegaron a la península: Fortún Jiménez, Hernán Cortés, Francisco de Ulloa, Sebastián Vizcaíno, Isidro de Atondo y Antillón, entre otros muchos otros, así como el arribo de los misioneros jesuitas, franciscanos y dominicos que se opusieron a la explotación sin freno de los placeres de perlas que originaron la casi desaparición de ellos.

Y me referí a la ciudad de La Paz, rodeada de placeres y las numerosas armadas que zarpaban año con año en busca de las codiciadas perlas en lugares como la Enfermería, Punta Prieta, Pichilingue, El Mechudo, la isla de Espíritu Santo, toda una corona de perlas que rodeaba a nuestra ciudad. Me dí tiempo para hablar de Gastón J. Vives, a quien Micheline Cariño llamó el primer maricultor de América, por sus valiosos intentos de producir perlas cultivadas.

En fin una experiencia de la comunicación a distancia que me resultó novedosa, gracias a mi nieta, la doctora Martha Reyes.


Mayo 12 de 2021       

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