Vida y obra

Presentación del blog

A través de este blog, don Leonardo Reyes Silva ha puesto a disposición del público en general muchos de los trabajos publicados a lo largo de su vida. En estos textos se concentran años de investigación y dedicación a la historia y literatura de Baja California Sur. Mucho de este material es imposible encontrarlo en librerías.

De igual manera, nos entrega una serie de artículos (“A manera de crónica”), los cuales vieron la luz en diversos medios impresos. En ellos aborda temas muy variados: desde lo cotidiano, pasando por lo anecdótico y llegando a lo histórico.

No cabe duda que don Leonardo ha sido muy generoso en compartir su conocimiento sin más recompensa que la satisfacción de que muchos conozcan su región, y ahora, gracias a la tecnología, personas de todo el mundo podrán ver su trabajo.

Y es que para el profesor Reyes Silva el conocimiento de la historia y la literatura no siempre resulta atractivo aprenderlo del modo académico, pues muchas veces se presenta con un lenguaje especializado y erudito, apto para la comunidad científica, pero impenetrable para el ciudadano común.

Don Leonardo es un divulgador: resume, simplifica, selecciona una parte de la información con el fin de poner la ciencia al alcance del público. La historia divulgativa permite acercar al lector de una manera amigable y sencilla a los conocimientos que con rigor académico han sido obtenidos por la investigación histórica.

Enhorabuena por esta decisión tan acertada del ilustre maestro.

Gerardo Ceja García

Responsable del blog

viernes, 10 de julio de 2020

LOS HIJOS, SIEMPRE LOS HIJOS


Mi esposa y yo no fuimos dos personas de la tercera edad, sino dos jóvenes enamorados que procrearon una hermosa familia de seis hijos y un adoptivo, a quienes les dimos la protección necesaria para que, ya adultos, fueran personas de bien y formaran a su vez nuevas familias que hoy son nuestros nietos y bisnietos.

 Guillermo, Ana María, Agustín, Virginia, Sandra Luz, Martha Patricia y Juan Pedro, supieron de los años felices y otros no tanto que pasamos juntos, siempre con el amor maternal por delante, librando obstáculos que nos presentaba la vida.

 En los últimos años, cuando ya nuestros hijos nos abandonaron para vivir en sus propios hogares, nos refugiamos en nuestra soledad en una casa ausente de la algarabía propia de los niños y los adolescentes. Pero esa soledad era interrumpida con frecuencia debido a las visitas de los hijos y después por los nietos y bisnietos.

 Aun así, cuando caía la tarde y quedábamos solos, afloraban los recuerdos de los años pasados y una sombra de nostalgia cubría nuestros pensamientos. Recordar cómo fueron creciendo bajo el cuidado amoroso de su madre que los alimentaba y cuidaba al mismo tiempo que los amparaba.

 Infancia, juventud fueron pasando y siempre la presencia protectora de ella estaba presente. Cande, mi esposa, fue una madre que hizo lo imposible para que sus hijos fueran felices. Por eso, cuando ya adultos, ellos le correspondían cuando algo enturbiaba su salud o las desgracias llegaban a nuestra familia.

 Vivir tiene un precio y los dos estábamos conscientes que los años van orillando a desenlaces muchas veces inesperados. Así pasó con nuestro hijo Guillermo quien perdió la vida cuando tenía 24 años. Y ahora la inesperada muerte de mi esposa a sus 81 años de edad. Dos decesos en la familia que han ensombrecido nuestros corazones.

 Pero ahora la pérdida de mi querida esposa es un dique de tristeza que no podemos derrumbar. En lo personal el recuerdo de lo que fue en vida junto a la mía es un incesante sufrimiento que el paso del tiempo no logra amortiguar. Y evoco su verde mirada que reflejaba el amor profundo que siempre me demostró. Y el dolor por haberla perdido lastima permanentemente mis pensamientos y se aferran a una angustiada pregunta: ¿por qué me dejaste en mi soledad?

 Pero mis hijos con la pena compartida, han comprendido mi desesperación y han estado conmigo para que juntos tratemos de consolarnos. Uno de ellos, Virginia no me ha dejado solo y ha sido mi compañera en las noches y atiende mis necesidades más elementales.

 Los demás, de una u otra manera, me demuestran el amor que le tenían a su madre y la mejor forma de hacerlo es cuidar a su padre al igual que lo hicieron con su progenitora.

 Por eso, a veces, cuando el dolor me hace desear estar con ella, mis hijos me prodigan aún más su protección como si al hacerlo, la presencia de su madre se materializara en mí, lo que me da la fuerza para seguir viviendo, aunque sé que más pronto de lo deseado partiré hacia donde Cande, mi inolvidable esposa, me espera con los brazos abiertos.

 ¡Gracias hijos, por su amor!

                                                                                    10 de julio de 2020.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario