Vida y obra

Presentación del blog

A través de este blog, don Leonardo Reyes Silva ha puesto a disposición del público en general muchos de los trabajos publicados a lo largo de su vida. En estos textos se concentran años de investigación y dedicación a la historia y literatura de Baja California Sur. Mucho de este material es imposible encontrarlo en librerías.

De igual manera, nos entrega una serie de artículos (“A manera de crónica”), los cuales vieron la luz en diversos medios impresos. En ellos aborda temas muy variados: desde lo cotidiano, pasando por lo anecdótico y llegando a lo histórico.

No cabe duda que don Leonardo ha sido muy generoso en compartir su conocimiento sin más recompensa que la satisfacción de que muchos conozcan su región, y ahora, gracias a la tecnología, personas de todo el mundo podrán ver su trabajo.

Y es que para el profesor Reyes Silva el conocimiento de la historia y la literatura no siempre resulta atractivo aprenderlo del modo académico, pues muchas veces se presenta con un lenguaje especializado y erudito, apto para la comunidad científica, pero impenetrable para el ciudadano común.

Don Leonardo es un divulgador: resume, simplifica, selecciona una parte de la información con el fin de poner la ciencia al alcance del público. La historia divulgativa permite acercar al lector de una manera amigable y sencilla a los conocimientos que con rigor académico han sido obtenidos por la investigación histórica.

Enhorabuena por esta decisión tan acertada del ilustre maestro.

Gerardo Ceja García

Responsable del blog

miércoles, 29 de julio de 2020

¿CÓMO OLVIDARTE?

Cande: Han pasado cincuenta días de que nos abandonaste y aun no puedo resignarme. Día tras día, hora tras hora, no te apartas de mi pensamiento y eso me está haciendo daño, mucho daño, y solo las lágrimas ayudan a mitigar mi desconsuelo.

En una ocasión alguien dijo que la vida sigue pero no siempre es verdad. A veces la vida no sigue, a veces solo pasan los días. Y yo repito lo que el gran filósofo Fernando Savater confesó: “La vida era aquello que ya he perdido; era aquello que acabó cuando acabó ella; mientras que ahora solo pasan los días”.

Y es lo que me pasa. Sigo con la rutina de siempre: despierto, tomo café con dos galletas de avena y después el desayuno, la comida y la cena, pero eso no es la vida, Mis hijos, los amigos me consuelan y dicen que debo optar por la resignación, pero me piden algo imposible. Lo peor es que me siento culpable por tu pérdida porque no supe atenderte en tu enfermedad, esa que te llevó a la muerte.

Ahora, ante la nada que ensombrece mis días, debo quedarme con una pena clavada en mi corazón y estoy vivo para recordarte. Tú me ayudaste a ser lo que soy y juntos compartimos la felicidad de dos seres que se amaron mucho.

¿Cómo olvidarte? Si fueron tantos años de compartir nuestros anhelos, nuestras esperanzas. Años con los que la alegría y el sufrimiento nos unió aún más, sin menoscabo de nuestro amor. Y así celebramos los cincuenta años de matrimonio y después los sesenta. Y teníamos el propósito de festejar los setenta años porque la vida era buena con nosotros y estábamos rodeados de una familia que nos quiso y siempre nos amparó.

Pero no llegamos porque la muerte se interpuso cuando habían transcurrido 64 años de casados. Con qué alegría me dijiste: “Viejo, en septiembre vas a cumplir noventa años y lo vamos a festejar en grande”. Y yo te repliqué: “Y tú llegarás a los ochenta y dos en octubre y por supuesto también lo celebraremos”. Y las sonrisas alegraron nuestros corazones.

Ahora mis días están contados y no voy más allá. Si llego a mi cumpleaños no será para festejarme, sino para recordar las palabras que me dijiste aquella ocasión y claro las pronunciaste porque ibas a estar a mi lado, como lo hiciste tantas veces cuando íbamos a un festejo familiar.

¿Cómo olvidarte? ¿Recuerdas cuando en una ocasión que fuimos a la finca a regar los árboles, de pronto me puse malo, con un temblor en el cuerpo y en las manos que me impidieron manejar, al grado que te pedí que tomaras el volante de la Cherokee? Nunca la habías manejado, pero al verme tan enfermo no dudaste en hacerlo y así pudimos llegar a nuestro hogar. Después fueron muchos días que tardé en recuperarme, pero siempre te agradecí lo que hiciste por mí. Esas cosas no pasan desapercibidas y más cuando provienen de la compañera de toda la vida. Muchas veces estuve enfermo y jamás me abandonaste y esos son momentos que nunca se olvidan. Por eso, cuando me piden resignación les contesto que jamás lo haré, pues eso sería traicionar tu memoria y el gran recuerdo que tengo de ti.

Así es que seguiré escribiéndote, no para que otros se den cuenta de la comunicación que tengo contigo, sino más bien como un secreto entre tú y yo, porque a lo mejor dicen que me estoy volviendo loco sabiendo que tú jamás me contestarás. Pero, ¿quién sabe?

Tu amante esposo que te confiesa: ¿Cómo olvidarte si tú fuiste lo más bello que tuve en mi vida?

Julio 29 de 2020.


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